“Mis primeros años de matrimonio fueron duros porque había caído en el pecado de la fornicación y luego en el adulterio. Pero mi vida cambió después que un amigo me invitó a una reunión de Hombres Cristianos de Negocios”.
El ahora comisario de policía Leonel Sauceda dijo que al principio se sentía raro en medio de aquellas personas cristianas; pero de repente reaccionó cuando alguien mencionó que había pasado por una situación igual a la suya y la había superado con la ayuda de Dios.
Indicó que por andar pecando y cometiendo errores estuvo al borde del divorcio. “Ésos fueron los peores años de mi vida porque andaba contra el plan de Dios y siendo infiel a mi esposa”.
Dijo que ya había nacido su primera hija, la que ahora tiene 17 años, cuando logró salir de aquel atolladero de perdición y poner a Dios en el centro de su hogar.
Su esposa Patricia, por su parte, manifestó que para ella no fue fácil perdonarle todas sus infidelidades y creer que iba a cambiar de vida; pero ahora da gracias a Dios por haber hecho aquel cambio en su matrimonio.
Sauceda es un hombre de 42 años que cree ahora que su felicidad conyugal y su éxito profesional como policía se debe a su relación con Dios.
“Mi mujer ha sido tierna y especial conmigo, me tiene mi comida y mi uniforme a la orden”, dijo el oficial, quien vive con su familia en Residencial Toncontín de la capital.
Agregó que cuando nació su segunda niña ambos tomaron la determinación de que ella dejaría sus estudios en la universidad y su trabajo en un banco de la capital, para dedicarse a tiempo completo al hogar. “Ahora ella es la gerente y profesional más grande en el cuidado de la familia”.
“Han querido sobornarme”
El entrevistado confesó que fue objeto de toda clase de ofrecimientos por parte de personas “que estaban metidas en cosas grandes y actuando indebidamente”, cuando fue jefe policial en San Pedro Sula.
Tenía a su cargo la seguridad de un sector adonde están las principales zonas residenciales de la ciudad, cuando un hombre poderoso lo llamó por teléfono para ofrecerle cualquier cantidad de dinero a cambio de que le diera una protección personalizada.
“Nos sentamos y pida lo que quiera”, le había dicho aquella persona, supuestamente vinculada al narcotráfico, pero la respuesta del oficial fue que como servidor público no podía dar ese tipo de servicios individuales.
“Cuando el hombre quiso insistir le corté la comunicación y no volví a saber de él”, expresó.
Recordó que en otra ocasión fue informado por una fuente confidencial que de Tegucigalpa habían salido dos personas hacia San Pedro Sula, transportando una considerable cantidad de dólares.
“Entonces, personalmente dirigí un operativo en el peaje de Chamelecón, y conforme a las características que me habían dado logré detener a dos guatemaltecos que portaban más de veinte mil dólares”.
“Nos podemos arreglar si nos deja libres”, le insinuaron los detenidos; pero Sauceda, lejos de aceptar el soborno, más bien llamó a los fiscales y a los detectives para hacer el procedimiento que ordena la ley en estos casos.
Considera que sólo con la ayuda de Dios ha podido salir adelante de estas tentaciones, pues “él mismo dice: no te pondré pruebas que no seas capaz de resistir.
No me prestaré a recibir dinero de un tipo de delincuente a cambio de afectar el propósito que Dios tiene considerado para mi vida”, reflexionó.
También ha sido víctima de toda clase de amenazas, pero no cree que éstas lleguen a concretarse porque considera que el Todopoderoso es su mejor guardaespaldas; aunque no por eso se expone. “Tomo mis precauciones, no asisto a las discotecas ni a los nightclubes, incluso me mantengo alejado de la vida social. Mi diversión son ahora mi esposa y mis hijos”.
Aunque su padre fue un próspero ganadero y citricultor de Sonaguera, Colón, no pudo sufragarle los estudios de medicina que él le pedía, porque eran 17 hermanos de diferentes matrimonios y la cobija no ajustaba para arroparlos a todos.
Sin embargo, no lo dejó de la mano y se lo trajo a Tegucigalpa para matricularlo en la Academia Nacional de Policía, Anapo, adonde se graduó como Subteniente de Policía.
Hombre de confianza
Sauceda, considerado uno de los hombres de confianza del ministro de Seguridad Óscar Álvarez, tuvo la oferta de escoger el cargo que quisiera, conforme a su rango, en la presente administración, pero él declinó decidir por su cuenta.
“Usted conoce mi profesionalismo, nunca he pedido ningún cargo, prefiero conocer cuál es la voluntad agradable y perfecta de Dios para mi vida”, fue la respuesta que dio Sauceda al ministro, según dijo.
Pudo haber pedido la dirección de una unidad de Tránsito en cualquier parte del país u otro cargo similar; pero prefirió que fuera Dios a través del ministro quien decidiera.
Aunque había dicho que no quería volver a ser relacionista público, al final fue ésta la asignación que le dio el funcionario, cuando faltaban tres días para nombrarlo en otra posición, expresó. “Éste es el lugar adonde Dios quiere tenerme”, agregó.
Dijo que mira al ministro como un hombre sensible a tener una relación con Dios, pues siempre le pide que invite a líderes religiosos para que oren por el país y por la Policía.
Un mejor policía y verdadero esposo
La Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, a la que pertenece el comisario Leonel Sauceda, fue fundada en el Estado de California, Estados Unidos en el año 1952 por un prominente hombre de negocios, ganadero norteamericano de origen armenio llamado Demos Shakarian.
El propósito era reunir hombres de negocios a quienes pidió en su oportunidad que compartieran su testimonio personal de lo que Dios había hecho en sus vidas.
En esa reunión se encontraban profesionales, técnicos, empresarios y comerciantes y los relatos de estos hombres eran impactantes, ya que narraban sobre la realidad de Jesucristo en sus vidas, en sus familias y en sus negocios.
A Honduras, la Fraternidad llegó en 1977 por medio de miembros residentes en Seattle, Washington, Estados Unidos, quienes fundaron el primer capítulo.
Sauceda dice que su éxito y su fortaleza se debe a esa nueva relación con Dios que comenzó hace catorce años cuando asistió a la primera reunión de la Fraternidad..
“Dios me ha permitido hacer un trabajo con excelencia, por eso debo agradar primero a Dios y luego a los hombres”.
Indicó que una relación con Dios no es símbolo de debilidad, sino de fortaleza grande. “Es indispensable esa relación para aplicar la ley con rectitud porque Dios es justicia”. Reiteró que Dios ha hecho de él un mejor policía, un mejor padre de familia, un verdadero esposo y un verdadero hijo.