Un joven de unos 27 años abre la puerta del pequeño salón de la consejería familiar del centro de salud Alonzo Suazo, adonde aglomerados convergen hombres denunciados. Representan a todo el eje trasversal de la sociedad: van doctores, políticos, pastores, empleados públicos, albañiles, desempleados y otros profesionales.
Los juzgados de Violencia Doméstica reportan 58 denuncias diarias, las que el año pasado sumaron 21,311; además, en 2019 solo en Tegucigalpa van 967 denuncias y 95 detenidos infraganti.
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La violencia doméstica es tipificada en la Constitución de la República como todo patrón de conducta asociado a una situación de ejercicio desigual de poder que se manifieste en el uso de la fuerza física, agresión psicológica, patrimonial, sexual, intimidación o persecución contra la mujer. Este tipo de comportamiento se puede denunciar en los juzgados de Violencia Doméstica, de Letras y de Paz.
David Ramos, funcionario del Centro Electrónico de Documentación e Información Judicial, explicó a LA PRENSA que “algunas localidades del país solo se encuentran juzgados de Letras y en otros sectores solo juzgados de Paz donde se presentan las acusaciones”.
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Otras de las sanciones y medidas impuestas son trabajos comunitarios: limpieza en áreas y espacios públicos, traslado de mobiliario, elaboración de piñatas, entre otros.
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Las sanciones a las que se ve sujeto el agresor o agresora son la separación del hogar, orden de alejamiento, detención por 24 horas si son encontrados infraganti; también decomiso de armas, dijo Edmundo Pérez, psicólogo de la Consejería de Familia. En esa misma línea, el agresor tiene que cumplir 40, 80 y 120 horas de trabajo comunitario, dependiendo de la gravedad del abuso.
Marta Banegas, gerente de la Unidad de Desarrollo Humano de la alcaldía del Distrito Central, indicó que los trabajos comunitarios consisten en limpieza de los centros de cuidado infantil, empacar bolsas solidarias, teñir aserrín y hacer piñatas. “Todo agresor tiene mucho dolor, en consecuencia fueron niños maltratados, dejándolos marcados de por vida y generando una cadena de violencia”, explicó Pérez.
Añadió que “también afecta la cultura patriarcal en la que han crecido porque se les educa como hombres que tienen derecho de ejercer el poder sobre las mujeres; asimismo, han cosificado a la mujer y las ven como su propiedad”.
Las unidades de feminicidio y juzgados especializados en violencia doméstica han revelado que anualmente se reciben 20,000 denuncias de violencia doméstica, de las que el 65% no se resuelven.