16/04/2024
01:36 PM

Hondureños consumen miles de toneladas de guineo verde

Solo en San Pedro Sula, los negocios que venden carne de res y chuleta compran más de 3,600 toneladas al año.

    San Pedro Sula, Honduras.

    El banano de cocción, llamado popularmente guineo verde, se ha convertido en un producto agrícola importante que está generando varios miles de millones de lempiras al mes en la economía informal y, al mismo tiempo, le está ganando terreno a la tortilla de maíz.

    En Honduras, a diferencia de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, la utilización de tajadas como acompañantes en platos considerados típicos se ha propagado, arraigado y constituido en una regla que no puede ser quebrantada por quienes se dedican a la cocina tradicional.

    Las tajadas, que en los cincuenta eran consumidas en un área limitada del país, principalmente en los campos bananeros de la costa norte, en 2018 son indispensables al lado de la carne de res asada, pollo, chuleta y pescado.

    Eliseo Fajardo, jefe del Archivo Histórico Municipal de San Pedro Sula, recuerda que esas tajadas, que ahora son una fuente de dinero para muchos hondureños, “eran consumidas solo por los campeños de la costa norte, las comían en el desayuno o en el almuerzo”.

    “De estos guineos, los que estaban verdes, hacían la tajadas para acompañar el almuerzo y los bananos camulianes los usaban en las sopas de frijoles. En el occidente y en el sur no tenían este hábito, pero en 1960 apareció la modalidad del plato de carne de res asada y la chuleta con tajadas que, ahora, es conocida en todo el país”, explica.

    imy Orbán, comerciante de Choluteca, muestra dos tipos de bananos: los fumigados en la aduana de El Salvador (con marcas oscuras) y los introducidos por el norte de Honduras.
    Comercio

    Casi 60 años después, Jimy Orbán se ve en la imperiosa necesidad de emprender una travesía de más de 1,200 kilómetros para comprar guineos verdes que luego son convertidos en tajadas en El Carreto, una calle famosa del centro de Choluteca, adonde opera una decena de pequeños negocios populares.

    Todos los meses, Orbán y sus trabajadores salen de Choluteca, llegan a la frontera, luego cruzan todo el territorio salvadoreño y finalmente entran a Guatemala para comprar varios miles de guineos en el municipio de La Gomera, Escuintla. Una vez cargado el camión, toman una carretera hacia Puerto Barrios e ingresan a Honduras a través de Corinto.

    “Es un viaje de mucho sacrificio. Nosotros viajamos hasta La Gomera, Guatemala, y no podemos regresar por El Salvador porque en la aduana meten el banano en cuarentena. Lo dañan porque lo fumigan y nos hacen perder tiempo a pesar de que ya existe un acuerdo de unión aduanera. Esa es la razón por la cual debemos dar una gran vuelta y entrar por Cortés”, dice.

    Cuando ya está de regreso en Choluteca, Orbán les vende alrededor de 25,000 bananos verdes a dos pequeños negocios de comida de El Carreto. Uno de ellos es Choletas y Golosinas Doña Luz, que todas las noches vende chuletas.

    “Aquí viene gente de Honduras, Nicaragua y El Salvador. Yo aquí solo me dedico a pelar los guineos y hacer las tajadas”, dice Ballardo Emilio Paz mientras corta con un cuchillo las rodajas que sirven en los plastos de chuletas humeantes.

    Ballardo Paz sumerge en aceite las tajadas.
    Solo Choletas y Golosinas Doña Luz vende cada noche 325 libras de chuleta de cerdo y más de 1,200 guineos.

    En un mes, este pequeño negocio, que funciona en la acera bajo una carpa y da empleo a unas diez personas, sirve en los platos unos 30,000 guineos como tajadas.

    En El Carreto todos los negocios se han puesto de acuerdo para vender el plato de chuleta a L65, L85 y L100 (según la porción de carne) con el fin de evitar la competencia desleal.

    Además de tener como proveedor a Orbán, los negocios de El Carreto les compran a otros comerciantes que llegan en pequeños vehículos que cargan en las bodegas adonde almacenan el producto comprado dentro y fuera de Honduras.

    “Nosotros vendemos chuletas y pollo y a todos les servimos con tajadas. Los guineos verdes los traen de muchos lugares y nosotros aquí solo esperamos”, dice Evelia Ramos, dueña de Golosinas Evelia.

    En Colón, Jetson Zúniga espera a los clientes en la carretera.
    Mercado

    Mientras en El Carreto convierten más de 40 toneladas de guineos en tajadas todos los meses, en la carretera que conduce a Trujillo, Colón, Jetson Zúniga y Fernando José Munguía (ambos de 18 años) todos los días venden sacos de guineos verdes.

    “Siempre que hay guineos nosotros venimos. Vendemos el guineo que recusa la Standard (Fruit Company). El saco lo damos a L100, tiene unos 220 guineos. Cuando el guineo está escaso, el precio sube”, aclara Zúniga, quien logra vender 10 sacos al día.

    A la orilla de esa carretera, que cruza el litoral atlántico y conecta con la de Olancho, más de 50 vendedores se instalan en la mañana con sacos llenos de guineos que son adquiridos por dueños de pequeños negocios de Colón.

    Foto: La Prensa

    Frente al Dandy, en San Pedro Sula, empleados de Peladora Villatoro preparan los guineos que compran negocios.
    Cambios

    El giro que gran parte de hondureños les están dando a los hábitos alimenticios (muchos renuncian a las tortillas de maíz por las tajadas cocinadas en aceite) está impactando en el mercado.

    Katerine Savio explica que “los clientes no aceptan los platos o se van si no les ponen las tajadas”. Sabio trabaja en Asados Marlon rebanando guineos todos las noches (de 5:30 pm a 11:30 pm), hasta cuando los dueños de este negocio (en la Cirunvalación de San Pedro Sula) deciden guardar la parafernalia de la cocina.

    Con las chuletas y la carne de res, los clientes de Asados Marlon consumen dos mil guineos cada noche (60,000 al mes). Dado a que en este puesto se agolpan decenas de comensales nocturnos, este negocio compra los guineos ya pelados. De este modo, sus empleados ganan tiempo al armar los platos de chuletas (L120) y la carne de res ( L130).

    La demanda de guineos pelados, como los que compra Asados Marlon, ha crecido de manera exhorbitante que ha dado origen a la aparición de nuevos negocios llamados peladoras.

    Entre los mercados de los barrios Medina y Concepción, de San Pedro Sula, operan alrededor de 14 peladoras (emplean un promedio de cinco personas cada una) y son proveedoras de todos los negocios, grandes y pequeños de comida típica.Este conjunto de peladoras vende alrededor de dos millones de guineos al mes, 24 millones al año, estima Jorge Eliberto Alemán, encargado de la Peladora Villatoro, frente al mercado Dandy. “Aquí comenzamos a pelar guineos a las 5:00 am. Nosotros trabajamos por pedidos. Los clientes llaman y nosotros les vendemos. Vendemos a la semana más de 40,000 guineos”, dice.



    Contribución

    Los hondureños y muchos consumidores del mundo tienen garantizadas las tajadas gracias a los aportes científicos de la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (Fhia). A finales de 1990, esa organización liberó el Fhia 25, un híbrido de banano (para cocción) resistente a la sigatoka negra, una enfermedad que ha destruido plantaciones en todo el mundo. Roberto Tejada, gerente de comunicaciones de esa fundación, dice que “por medio de la Fhia, Honduras ha hecho un gran aporte a la seguridad alimentaria mundial”.

    “Los híbridos desarrollados con nuestro programa de mejoramento genético son cultivados en 50 países y alimentan a millones de personas”, dice. El híbrido Fhia 25 es cultivado, por ejemplo, en Australia, Ghana, Haití, Jamaica, Malasia, Nepal, Nigeria y Perú.