El líder narcotraficante fue acusado de secuestrar, torturar, disparar y mutilar a aquellos que trabajaban para él, todo con el objetivo de descubrir quién le había robado media tonelada de cocaína. “Habla, habla, maldito... ¿quién fue? ¿Quién te envió? ¿Quién te dijo?”. De ladrón a narcotraficante, entre 2018 y 2022, Chinchón ascendió en la organización criminal y adquirió nuevas habilidades en el tráfico de drogas, estableciendo contactos con traficantes extranjeros y obteniendo proveedores directos de cocaína en Bolivia. Chinchón mantuvo a su propia familia ocupando puestos clave dentro de la organización, incluyendo a su pareja sentimental, Georgia Ojeda Saldias, quien también fungía como testaferro, su hijo Guillermo Chinchón Díaz, quien era su brazo operativo, y Emilio Figueroa Reyes, otro colaborador importante en Chile.