En cada zona geográfica hay modismos, regionalismos, alofonías diferenciadoras y tantas otras peculiaridades.
Se puede asegurar que con estos fenómenos el idioma no sale afectado negativamente; de pronto la lengua se refuerza y va agrandando su corpus lingüístico.
Y no sólo eso, los regionalismos identifican la diversidad léxica de determinadas comunidades de hablantes.
Muestras
Un ejemplo se da entre guineo y mínimo. En la zona central, sur y una parte de la oriental se le llama mínimo, que nada tiene que ver con el superlativo de pequeño; mientras que en toda la costa septentrional hondureña y parte de occidente a esta musácea, muy rica en potasio, se le conoce como guineo.
El nombre genérico de la fruta es banana o plátano con sus diversidad de clases. Una voz muy sui generis de Honduras es 'cipote' con el equivalente de niño, adolescente, muy joven.
Es bastante remoto escuchar este vocablo en hablantes que no sean hondureños.
Por otra parte, en toda nuestra zona norte coexisten dos significantes para un mismo significado: güirro y cipote. El primero delata al hablante como un verdadero costeño, pues nadie del sur dice güirros a los niños.
Todo mundo sabe que el pataste, o patastillo, es una verdura sabrosa. En algunas lugares le llaman güisquil, pero el término pataste, aquí, en Guatemala y México es más que todo un regionalismo porque su nombre castizo es 'chayote'. Por muy familiarizada que esté esa palabra con nuestro inventario lingüístico, aún no tiene espacio verbal en los diccionarios de lengua española.
No se puede confundir otra realidad que enfrentamos con la palabra pupusa que mucha gente piensa que es originaria de estas tierras, y no lo es.
Ese manjar no es hondureño y en varias partes de Estados Unidos lo consideran como plato catracho, pero entró por el sur de Honduras y desde mucho tiempo atrás ya era empleado en El Salvador.
Aclaración
Hay dos términos que entran en alguna polémica: desapercibido e inadvertido. Por un momento apartemos los prefijos in y des, que indican negación: apercibir es prevenir, avisar, y advertir es fijar o llamar la atención, aconsejar. Aparentemente se manejan como sinónimos, pero no lo son.
'El huracán nos encontró desapercibidos' o sea que estábamos desprevenidos, no preparados. 'Yolanda pasó inadvertida en la reunión' no significa que esta mujer no estaba preparada en esa junta; simplemente nadie se dio cuenta de su presencia.
No obstante, en algunas circunstancias estas palabras tienen relaciones de afinidad, no de igualdad ni de semejanza: 'Juan tiene problemas en el trabajo por pasar desapercibido' lleva implícita la idea de que nadie lo aconseja, nadie fija la atención en él, permanece inadvertido.