El escritor brasileño Paulo Coelho confiesa que su primera peregrinación, en 1986, a Santiago de Compostela, etapa final del Camino de Santiago, le sirvió para materializar su “sueño” de ser escritor.
Por ello, Coelho, uno de los autores contemporáneos más leídos y cuyos libros han sido traducidos a más de 60 lenguas, considera que la ciudad del Apóstol, en el norte español, “no es el final del Camino”, sino “el principio”.
Coelho recuerda, en una entrevista con Efe, que fue al llegar a la capital de la región de Galicia cuando se dio cuenta de que “o dejaba el sueño” de ser escritor u optaba por seguir adelante “a partir de aquí”.
Entonces comprendió que debía “correr los riesgos” de comenzar su andadura como narrador, pese a considerar que no era un “crío”, para alcanzar, finalmente, el sueño de todo escritor, el de ser leído.
Su nuevo libro
Nacido en Río de Janeiro, en 1947, considera que es una “obligación” del literato plasmar en sus textos sus propios “miedos, esperanzas, ilusiones y momentos de depresión” a fin de compartir estas experiencias, y se muestra convencido de que todos los escritores basan sus historias en sus vidas personales de un modo u otro.“Siempre un libro, así como un cuadro, es un espejo de ti mismo”, asegura el autor de “Diario de un mago”, editado en España como “El peregrino de Compostela”.
Precisamente Coelho materializa este pensamiento en su nueva propuesta literaria, “El Aleph”, que salió a la venta ayer sábado 24 de julio, y que narra sus experiencias autobiográficas durante un viaje de varios meses en el Transiberiano. En ese famoso tren conoció a una joven, de 21 años, que le indujo a una vuelta al pasado y a un encuentro consigo mismo, es decir, descubre el “aleph”, un punto de encuentro donde todo confluye, explica el escritor.
Amante de Internet
Su nuevo libro sale a la luz cinco años después de su viaje, pues es una vez transcurrido ese tiempo cuando comprende “totalmente” lo vivido durante el periplo y se ve capaz de transmitirlo.
Coelho puntualiza que cinco fueron los años necesarios para comprender sus experiencias místicas y bromea con que necesitó un mes más para redactar la edición final, pues la primera versión “siempre muy compleja” y contiene el triple de hojas que la final. Para él, las redes sociales y su blog son una manera de compartir, y asegura que disfruta muchísimo de la red porque tiene así un mayor acceso a los lectores. Se niega a delegar para responder a las preguntas on-line de sus seguidores, no entiende a los que ven en Internet un “enemigo”. Por eso cuelga allí fragmentos de su obra.