Su vida es tranquila, más de lo que uno pudiera pensar. Vicente Fernández, quien el 17 de febrero, celebró 70 años de vida. Asegura que no se considera una estrella, al contrario, los momentos que más goza es cuando recorre su rancho.
Los Tres Potrillos para ver a sus caballos, la compañía de su familia y cuando siente el cariño de sus admiradores en alguna de sus presentaciones.
“Yo jamás me sentiré una estrella. Me siento muy afortunado de Dios y del público que tanto me ha dado en mi carrera. El público es el que me da la fuerza para seguir adelante”, platicó Vicente Fernández, originario de Huentitán El Alto, Jalisco.
“Cuando salgo al escenario y siento el cariño y los aplausos, ahí se me olvida todo; aparte que soy una persona bastante sana. Yo me levanto y ando viendo todo el ganado, las yeguas, todo. Respirando aire puro aquí en el rancho”.
Su sencillez se transpira. Chente, como sus fanes le llaman cariñosamente, habla sin tapujos y abre el corazón para compartir con todos ellos su faceta fuera de los escenarios.
“Cuando me levanto ando viendo qué yegua parió o qué caballo hay que echarle a determinadas yeguas para la cruza. Cuando no ando haciendo una cosa, ando haciendo otra”, compartió el cantante, acerca de la rutina que hace cuanto tiene un día de descanso.
“Normalmente me levanto y camino cinco kilómetros aquí en el rancho, luego me voy a ver que los caballitos miniatura estén bien y después me subo a montar a caballo para estar en forma”.
Él es un hombre de rancho. Disfruta sentir el aire fresco y observar las áreas verdes de ese lugar que construyó en 1980 construyó, del cual; primero compró 15 hectáreas, luego adquirió otras más... y ahora, con 170 hectáreas, cuenta el artista que es un sueño realizado.
“Me gusta vivir aquí. Me ha costado mucho trabajo y muchas lágrimas poseer este rancho, y hay todo lo que puedo tener en la ciudad.
Como cantante me nutro del aire, del alimento para andar caminando y que me salgan ganas para el fin de semana y trabajar duro”, expresó Chente, quien en sus ratos libres pinta cascarones de huevos, de todos tamaños.
“No me cuesta trabajo. Hay veces que cuando me pongo hacer algo pinto hasta 20 en un día. Lo que acostumbro a pintar son puras cabezas de caballos o diferentes cosas en cascarones de huevos. Me dan ganas de hacerlo cuando estoy más tranquilo y lo hago a lápiz o a veces al óleo, y hago lo mismo en un cascarón de avestruz que uno de gallinita, que son del tamaño de una codorniz”.
El padre de Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra Fernández dice que le encanta ver televisión, sobre todo las películas que luego transmiten poco antes de dormir.
“A mí me gusta mucho ver la televisión. Lo que pasa es que soy una persona que a las seis de la tarde ya estoy acostado y me levanto muy temprano, por la cosa del sereno, y eso me ayuda para la garganta, porque el sereno es lo más malo que pueda haber”.
“Toda la televisión me gusta. Veo, sobre todo, películas. Veo películas del cine mexicano de la época de oro, menos las mías, no sé por qué, pero no porque no me gusten, creo que hice muy buenas películas, excepto dos o tres que andan por ahí. Cuando no puedo dormir las pongo y me duermo”, comentó entre risas.
Su mayor pila, su familia y su público.
Vicente es hijo de Ramón Fernández y Paula Gómez, y es inevitable no sentir su emoción cuando se expresa de ellos, pues, al momento de recordarlos sus ojos brillan. “Me duele (hablar de mis padres) porque se me fueron muy jóvenes. Mi madre de 47 años y mi padre de 56, entonces, se me figura, que aunque yo me considero que fui un gran hijo, si ahorita los tuviera los tendría en un altar.
“En esos momentos es cuando me pongo a pensar que soy una persona normal, que si existe eso de que allá (en el Cielo) se ve uno, espero ver a mis padres, si es que Dios me recoge para allá”.
Es por eso que si tuviera la oportunidad de pedir un deseo, sin pensarlo elegiría tenerlos a su lado.
“¡Huy!, ése sería uno de mis principales. Tener a mis padres, pero ésos son deseos, más bien son sueños que a veces tengo, pero me despierto consciente de que, bueno, ya nuestro Señor los recogió y que de arriba me están viendo. Están viendo a su hijo y el cariño que le tiene el pueblo. Pero sí, es una cosa que me hubiera gustado que lo disfrutaran en vida”, aseguró.
“Ellos disfrutaron del inicio de mi carrera, pero ya mi madre estaba muy enferma y mi padre me duró poco. Estaba trabajando en el Teatro Blanquita cuando murió, entonces, no disfrutó de nada”.
Él es una persona fuerte, pero cuenta que en los momentos difíciles no hay mejor aliciente que estar con su familia y sentir el amor del público que lo ha acompañado más de 40 años que tiene de carrera artística.
“Primeramente me encomiendo a Dios y luego con mi mujer (Cuquita Abarca) me desahogo. Cuando traigo problemas muy fuertes o que me siento muy nervioso, ella es quien me escucha.
Además tengo a mis cuatro hijos que son una maravilla, Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra. Y tengo a mis nietos. Soy una persona normal. Yo disfruto mucho a mi familia.
“Yo siempre he dicho que tengo dos familias: mi mujer y mis hijos, y el público. Yo nunca tengo que hacer a un lado ni al público ni a mi familia, siempre están conmigo”.