Los Ángeles, Estados Unidos.
Aunque hayan pasado ya dos años desde el estreno de la versión en carne y hueso de La Cenicienta, la indignación que desató la estrecha cintura de Lily James en los apretados trajes de época que lucía para el filme de Disney sigue persiguiendo a la actriz.
En respuesta, ella trata de no dejarse intimidar por aquellos que insisten en que no hace más que potenciar el culto a la delgadez extrema con su cuerpo.
“Dijeron que era un mal ejemplo a seguir. Siempre he estado sana, ¡sí como mucho! Tengo una cintura muy pequeña, pero unas caderas considerables, así que en realidad es todo cuestión de proporciones. Tengo una figura de reloj de arena”, ha explicado claramente molesta en una entrevista con el último número de la edición británica de GQ.
Por otra parte, a la artista también le horrorizan los relatos que escucha a menudo de compañeras de profesión a las que presionan precisamente en el sentido contrario: para que pierdan peso antes de interpretar ciertos papeles. “Sí, he oído esas historias. Escuchas esas historias todo el tiempo, es descorazonador. Pero como la gente es ahora más consciente de la situación espero que no vaya a peor”, ha compartido en la misma conversación.
Por supuesto, esta no es la primera vez que la actriz de Downton Abbey se ve obligada a tener que contestar a las críticas, por lo que es más que comprensible que esté cansada de tener que dar siempre las mismas respuestas.
“Por una parte me enfada, pero por otra es sencillamente aburrido, ¿por qué siempre hay que fijarse en los cuerpos de las mujeres? Parece que tengo que estar justificándome constantemente. Estoy muy sana y siempre lo he estado”, confesaba en 2015 al Huffington Post.
Aunque hayan pasado ya dos años desde el estreno de la versión en carne y hueso de La Cenicienta, la indignación que desató la estrecha cintura de Lily James en los apretados trajes de época que lucía para el filme de Disney sigue persiguiendo a la actriz.
En respuesta, ella trata de no dejarse intimidar por aquellos que insisten en que no hace más que potenciar el culto a la delgadez extrema con su cuerpo.
“Dijeron que era un mal ejemplo a seguir. Siempre he estado sana, ¡sí como mucho! Tengo una cintura muy pequeña, pero unas caderas considerables, así que en realidad es todo cuestión de proporciones. Tengo una figura de reloj de arena”, ha explicado claramente molesta en una entrevista con el último número de la edición británica de GQ.
Por otra parte, a la artista también le horrorizan los relatos que escucha a menudo de compañeras de profesión a las que presionan precisamente en el sentido contrario: para que pierdan peso antes de interpretar ciertos papeles. “Sí, he oído esas historias. Escuchas esas historias todo el tiempo, es descorazonador. Pero como la gente es ahora más consciente de la situación espero que no vaya a peor”, ha compartido en la misma conversación.
Por supuesto, esta no es la primera vez que la actriz de Downton Abbey se ve obligada a tener que contestar a las críticas, por lo que es más que comprensible que esté cansada de tener que dar siempre las mismas respuestas.
“Por una parte me enfada, pero por otra es sencillamente aburrido, ¿por qué siempre hay que fijarse en los cuerpos de las mujeres? Parece que tengo que estar justificándome constantemente. Estoy muy sana y siempre lo he estado”, confesaba en 2015 al Huffington Post.