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Don 'Chico” Saybe: alma de artista

  • 24 julio 2009 /

Pocas veces se tiene el privilegio de entrevistar a un personaje que ha dejado huella por su nobleza de espíritu y su increíble talento.

Pocas veces se tiene el privilegio de entrevistar a un personaje que ha dejado huella por su nobleza de espíritu y su increíble talento, más cuando ese talento es el de dirigir, preparar y recrear historias con su sello personal para plasmarlas en un escenario.

Hablamos de un ser único, carismático y con una leal sonrisa que nunca falta en su rostro marcado por el paso de los años, reflejando la madurez que sólo distingue a los grandes caballeros.

Ahora, han pasado cuatro décadas desde que nació la idea de hacer teatro de calidad en Honduras y parece que las pequeñas partículas blancas que con lentitud se deslizan por el estrecho orificio de aquel reloj de arena que engalana su despacho, siguen contando poco a poco los ideales del niño que vino de La Ceiba.

José Francisco Saybe es ese hombre que no sólo ha fundado la compañía teatral más exitosa del país, bautizada como Círculo Teatral Sampedrano, sino que también ha construido un monumental recinto bautizado con su nombre a petición de los sampedranos y donde se le rinde culto a las diversas expresiones del arte.

Además, él es quien ha llevado emociones y risas a más de 700 mil hondureños en cuatro décadas y descubierto y pulido el talento histriónico de gente bien convertidas hoy en estrellas de las tablas admiradas por chicos y grandes.

Siendo apenas un niño de quinto grado, a los nueve años, “Chico” Saybe pisó por primera vez el suelo del teatro Manuel Bonilla de Tegucigalpa para observar una obra. Ahí germinó la pasión que ha movido toda su vida y que ha cambiado la historia teatral de Honduras para siempre.

Actores provenientes de España recreaban mágicas historias, como “La casa de Bernarda Alba”, “La mal querida” y otras, él las admiraba con mucha emoción y aunque en ese entonces no entendía a la perfección el mensaje de la obra y el significado de hacer teatro, tenía la convicción de que eso era lo que el destino le tenía deparado.

Una herencia

José Francisco aún no culminaba la primaria en la escuela pública Álvaro Contreras de Tegucigalpa y ya tenía una meta clara en su vida tras aquella inolvidable experiencia en el hoy remozado teatro capitalino.

Sus padres, con la humildad financiera de ese tiempo, le cumplían el deseo de asistir al teatro y con el poco presupuesto que lograba reunir, observaba y aplaudía desde galería las obras de la epoca de gloria de las giras de actores provenientes de España, México y Argentina que llegaban a Tegucigalpa.

“No me las perdía. Me impactó todo eso. Sólo los sábados podía apreciar las obras desde luneta y los demás días las admiraba en galería, cuya acústica es increíble. Así empieza mi amor al teatro”, recuerda.

Con el paso del tiempo, “Chico” Saybe se convirtió en un director de teatro consagrado y aunque parece irónico, sólo una vez ha actuado y fue en Comayagua, a los seis años.

“Representé a Francisco Morazán, con todo y nariz”, revela.

Esa experiencia le sirvió de guía para escoger la dirección en lugar de la actuación, ya convertido en un profesional de la ingeniería. “Mi pasión es dirigir. Tomar un texto, leerlo e imaginarme cómo podría ser porque el director tiene poder creativo. Uno puede ver la misma obra dirigida por cuatro directores diferentes y cuatro versiones diferentes, aunque sea el mismo texto, y cada una tendrá el sello del director”, afirma.

La semilla

Cuando vino a SPS el 21 de agosto de 1969 se encontró con Henry Kawas, Humberto Sosa, Óscar Armando Martínez y gente a la que le gustaba el teatro.

“Decidimos fundar un grupo con un total de 28 socios. Exactamente fue en la casa de Julieta de Kattán”, cuenta.

En esa fecha comenzó la construcción de ilusiones de parte del ya constituido CTS, o Círculo Teatral Sampedrano. Ese 1969 fue histórico, ya que se produjo la guerra contra El Salvador, el huracán Francelia, la inauguración del clásico hotel Sula y la llegada del hombre llegó a la Luna. También fue el año en que la historia artística de San Pedro Sula cambió para siempre.

Recordar es vivir y parece que cada vez que “Chico” Saybe trae a su mente esos inolvidables momentos, rejuvenece en busca de energía, ideas y mayor ímpetu para seguir trabajando al frente del CTS.

“Cada vez que viajaba, mi único motivo era ver teatro. Si la ciudad no tenía esto, no estaba en el itinerario. Es mi principal motivo para viajar”, confirma.

Tras la fundación del Círculo, inmediatamente se comenzó el trabajo para preparar obras.

La primera del CTS fue “Aprobada por castidad”, dirigida por Henry Kawas, pero la primera con el sello de Saybe fue “Cena de matrimonios” en el gimnasio del instituto La Salle y se presentó durante cuatro días en 1969. El costo de la entrada era de dos lempiras.

Pasaron 10 años para que el Círculo aumentara el precio de la entrada de dos a cuatro lempiras y muchos años para que encontrara una sede oficial.

Comenzaron en el gimnasio de La Salle, donde funcionaron durante año y medio. Luego montaron una obra en el Instituto Evangélico y ya en 1972 se pasaron al Centro Cultural Sampedrano, donde estuvieron por 32 años presentando diversidad de propuestas hasta que se construyó el teatro. Ya llevan casi siete años presentando 18 obras y la que están por estrenar para conmemorar el 40 aniversario del CTS.

“Nos sentimos orgullosos de lo que hemos hecho y que es apreciado por niños jóvenes y adultos que vienen a admirar nuestro trabajo”, detalla.

Sueño hecho realidad

Aunque el Círculo Teatral Sampedrano tuvo varias sedes anteriormente, faltaba un escenario propio donde presentar el talento con las comodidades que exigía un público ansioso por aplaudir y conocer más de la cultura teatral.

Hace 16 años, Saybe y su grupo de trabajo tuvieron la iniciativa de construir la casa del CTS, y nada mejor que un monumental teatro, una de las metas del camino que aún falta por recorrer.

La tarea de construcción fue muy larga. No había fondos y comenzaron poco a poco.

“A nadie le gusta invertir en una cosa que no ven que pueda realizar. El terreno era de Inversiones Teatrales, que era una sociedad comercial, pero nadie iba a apoyarla. Ahí nace la Fundación Cultural de San Pedro Sula, sin fines de lucro, y se traspasa el terreno para comenzar con la edificación”.

Fueron casi nueve años de arduo trabajo. Don “Chico” recuerda que la primera semana fue muy dura porque no había dinero para pagar la planilla y que la empresa Saybe y Asociados fue el soporte.

“Gracias a Dios todo fue donación. La gente empezó a donar más cuando vio paredes y techo y el 45 por ciento de todas las donaciones se recaudaron en un año, cuando ya el teatro tenía forma”, reseñó.

Por fin llegó el gran día. Un 14 de junio de 2003 se inauguró el teatro bautizado con el nombre de José Francisco Saybe a petición unánime de los sampedranos. “Fue construido para que los sampedranos tuvieran un lugar donde pudieran apreciar todas las artes. En el teatro se han presentado gran cantidad de espectáculos de toda índole”.

Hoy, el CTS no sólo cumple 40 años con teatro propio, sino también con más actores, más espectáculos impresionantes y mayor comodidad para el público y depara otras sorpresas a iniciativa de este gran precursor del arte teatral.

Frases de José Francisco Saybe, Fundador y director del CTS

El público nos educa a seguir mejorando cada vez que el CTS presenta una obra”.

“Siento gran satisfacción porque hemos despertado la pasión por el teatro en los sampedranos”.

“La disciplina es fundamental si una persona quiere actuar en el CTS”.

“El CTS es una familia. No hay envidias, no hay chismes. Es una hermandad”.