Desde hace algunos años la época navideña se ha transformado más en estado de agobio y cansancio por los “regalos perfectos”, la mejor decoración, la cena elegante y los atuendos de moda. Sí, en todo esto más que en un tiempo de reflexión. Además, con niños presentes es más fácil darle sentido ya que se mantiene la ilusión, sin embargo en una familia con adolescentes es más difícil lograr que ellos se interesen. Es posible que los chicos se quejen del “fastidio” que da una reunión familiar que se repite todos los años de la misma manera. Y comienzan las quejas: “De nuevo llega la Navidad y... otra vez hay que arreglar el árbol, hacer el pesebre, preparar la comida y comprar regalos, etc.”.
Los adolescentes no están ni con la política, ni con la religión, ni con una serie de valores que para las anteriores generaciones eran importantes. A medida que crecen necesitan celebrar la Navidad de una manera distinta. Por esta razón, la familia debe ir creciendo junto con sus hijos. Los adolescentes están ansiosos de participar y construir significados, pero si se los siguen imponiendo y no respetando sus formas, se vuelve muy desagradable para ellos.
La apatía de la participación tiene que ver también con una falta de autoridad presente en estos tiempos. Los padres se sienten incapaces de saber qué hacer y qué decirle a sus hijos, llegando al extremo de preguntarse todo y demostrar ante ellos que nada saben.
Muestran temor frente a las drogas, el alcohol, la delincuencia y las malas compañías. Se cuestionan sus propios valores y creencias en pos de la excesiva comprensión, llegando a ser permisivos y extremadamente democráticos.
Los adolescentes necesitan la autoridad y los límites porque es en esta edad que comienzan a rebelarse frente a todo. El adolescente necesita sentir rabia frente a algo concreto, necesita criticar. Es obvio que se rebele frente a una cena de Navidad, pero más confundido queda si ve que sus padres están agresivos y agobiados en esta fecha. Como resultado los chicos no le encuentran el sentido de estar en familia.
¿Es una exigencia la Navidad?
No hay que olvidar que la Navidad es “exigente” para todos los integrantes, adultos y niños. Existe mucha ansiedad porque se tiene la idea de que se debe agradar mediante regalos. El consumo sirve muchas veces para evadir la soledad, la nostalgia de los fracasos personales, económicos, etc., de las muertes de familiares y amigos y de los recuerdos de infancia. Para muchos no es fácil encontrarle sentido cuando no hay niños pequeños. A los niños les celebramos su primer año de edad sin que sepan de qué se trata. Cada familia tiene sus propios momentos especiales. Algunos desayunan juntos, otros ven televisión, o hacen las tareas en conjunto. También es importante tomar en cuenta a los adolescentes de padres separados quienes suelen tener muchas dificultades en esta fecha ya que se recuerdan los problemas originados por la separación. Los padres se ponen de acuerdo sobre qué harán en esas fechas pero no escuchan qué quieren los chicos realmente hacer. Este tiempo es terrible para estos jóvenes porque no saben a quien de los dos serle leal. Si un año le tocó pasar la Navidad con la madre, al siguiente puede que le toque con el padre, creándose así en él un sentimiento de culpa por tener que elegir y abandonar a uno de sus padres en Navidad. Buscar nuevas alternativas en estas fiestas navideñas es entonces un desafío. Y aunque la búsqueda es distinta en cada familia lo más importante es encontrar el verdadero sentido de la Navidad que es celebrar el nacimiento de Jesús, evento que nos recuerda que hay una esperanza de vida eterna para todo el que haga nacer a Cristo en su vida.
¿Qué hay para los adolescentes?
- Los adolescentes están justo en la etapa en que son niños-adultos y adultos-niños, por lo tanto, la Navidad puede resultarles odiosa ya que les recuerda que hasta hace apenas un tiempo creyeron en las fantasías infantiles que esta época conlleva. Pero también no pueden negar que les gusta recibir regalos. Por lo tanto, experimentan sentimientos encontrados.
- Para atraer, aun estando en su confusión a estos pequeños adultos, es importante incluirlos. Si un adolescente se siente partícipe de la celebración, lo pasará bien, la clave esta en incluirlo y hacerlo sentir importante.
- Por ejemplo, si un chico se encierra en su habitación un día de Navidad, es necesario hacerle sentir que es importante que salga y aunque la insistencia no garantiza la participación, la diferencia puede estar en que de igual forma los padres compartieron que les hizo falta. Frases como: “hijo, eres tan importante para nosotros que nos gustaría que estuvieras aquí”, puede dar excelentes resultados en la relación de padres- hijos.
- Antes que todo, la familia debe establecer muy bien cuál es el verdadero sentido de la Navidad para ellos. Así se puede exigir a los adolescentes sin temor a contradecirse.