Mónaco se lució con el rock and roll, tema escogido por el principado para celebrar el Baile de la Rosa que desde 1964 reúne a la élite monegasca en el Sporting Club.
Los más jóvenes de la fiesta fueron los grandes protagonistas, pero su alegría no opacó a la invitada de lujo que una vez más enamoró a los 800 invitados: Charlenne Wittstock.
Lucía un ceñido traje negro de pronunciado escote corazón y sorprendió con un peinado casi punkie. Pero la originalidad llegó del brazo de Carolina, de blanco roto, con un bolso modelo casco de moto antiguo lleno de rosas rojas y pulseras confeccionadas con corchos de botellas de champán. De nuevo, la princesa Estefanía optó por no asistir, mientras que Ernesto de Hannover se quedó en casa convaleciente de una operación.
En la Sala de las Estrellas del Sporting Club, cubierta de paredes de cemento, toldos de plásticos, paneles luminosos, telones pintados como chapa ondulada oxidada y manteles de tela vaquera, los 800 invitados de honor, previo pago de 750 euros, fueron recibidos en un ambiente de 'garaje' que desentonaba bastante con sus elegantes trajes y vestidos de gala.