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Carpas en los alrededores de la abadía

  • 27 abril 2011 /

Cientos de turistas y británicos afuera de la Abadía de Westminster esperan el momento de la boda real.

Decenas de carpas se han levantado frente a la Abadía de Westminster, donde se casarán el viernes el príncipe Guillermo y Kate Middleton, mientras llueven apuestas sobre el color del sombrero de la reina Isabel o sobre si su esposo Felipe se quedará dormido durante la ceremonia.

'Me quedaré aquí hasta el viernes, para ver salir al hijo de Diana, y le gritaré 'felicidades'', dijo a la AFP la filipina Eva Abadesco, de 55 años, mientras erigía una tienda de campaña azul frente al hermoso templo construido hace diez siglos, que será el escenario de la boda real.

'Esto es un sueño hecho realidad', añadió Abadesco, que llegó el miércoles de mañana procedente de California, acompañada de su marido, y se instaló inmediatamente frente a la Abadía, compartiendo té y sándwiches con una vecina de carpa.

A unos pasos, un joven, Bruce, yacía acostado en una bolsa de dormir, dispuesto a quedarse hasta el viernes, cuando 1.900 invitados asistirán a la boda del príncipe, segundo en sucesión a la corona británica, con Kate Middleton.

'Estoy aquí por Guillermo. Tiene un gran corazón, me recibió en Centrepoint, su organización de caridad, con generosidad y sencillez. Estar aquí es la única manera que tengo de agradecerle y desearle que sea feliz', agregó.

'Lo que los británicos seguro sabemos hacer bien es la pompa, el fasto, la fiesta. Y aquí estoy para compartir este suceso feliz. Estoy harto de malas noticias', dijo Christopher Farrow, que tenía una bandera británica ceñida a la cintura.

Pero los alrededores de la Abadía no se han llenado sólo de carpas, turistas y banderas, sino también de cámaras y grabadoras de cientos de periodistas del mundo entero.

El enlace principesco ha movilizado también a centenares de británicos que adoran apostar, y que arriesgan su dinero por cosas tan 'trascendentales' como si el sombrero de la Reina será morado o amarillo, o si el príncipe Enrique, hermano de Guillermo, dejará caer el anillo de boda.

O aun más, si lo olvidará, o si el cantante Elton John, invitado oficial a la boda, será el primero en llorar durante la ceremonia, o si será Isabel II, o la futura princesa.

'Si Enrique olvida el anillo, se les pagará 500 libras a los que han apostado una libra', explicó Paddy Power, de la agencia de apuestas que lleva su nombre.

Alexander Donohue, de la agencia rival Ladbrokes, señala que las apuestas sugieren que la Reina utilizará un sombrero de color amarillo, y que lloverá durante la boda.

'Creo que la gente apuesta por el amarillo por que es la primavera. Pero si acaso usa un sombrero negro, se les pagará a la gente que apostó por ese color 100 a uno', explicó.

Mientras afuera el ambiente es bullicioso y festivo, la Abadía permanece elegante y silenciosa, tras cerrar el miércoles sus puertas, para ultimar los preparativos.

El hermoso templo recibió durante la noche grandes arces en macetas, que han servido para recrear un espléndido bosque, entre el cual desfilará la futura princesa.

Esta es la primera vez que la grandiosa Abadía, testigo de numerosos enlaces reales, evocará un bosque, con árboles a ambos lados del pasillo que lleva al altar, donde Guillermo esperará a la novia.

La nave central estará también decorada con flores cultivadas en propiedades reales, indicó el florista escogido por Middleton, Shane Connolly.

'Ella quería que (la decoración) fuera inglesa, natural, con flores de la temporada, ética', dijo a la prensa Connolly, quien ha diseñado también el ramo de la novia que, al igual que el vestido, se mantendrá en secreto hasta el día de la boda.

Entre las flores de temporada que están siendo usadas en la decoración de la Abadía se citan los lirios, que representan el primer amor, y las azaleas, que para los chinos son el símbolo de la femineidad, así como rododendros y delicadas glicinias provenientes del parque del castillo de Windsor, a una hora de Londres.