24/11/2025
05:16 PM

Narendra Modi, sinónimo del fastidio indio con la corrupción y la burocracia

El triunfo contundente de Modi marca un importante pun­to de quiebre en la historia pos­colonial de la mayor democracia del mundo.

Guwahati, India.

Hace unas semanas, en el re­moto distrito de Bikaner, en el estado de Rayastán, el mayor del noreste de India, cuatro jóvenes que almorzaban en el restaurante Karan, al pie de la carretera, de­cían que estaban listos para un cambio.

Con el auspicio del gobernan­te Partido del Congreso, ese esta­do ha puesto en marcha un nuevo programa para ofrecer medicinas gratuitas a sus residentes. A pesar de alabar el proyecto, los hombres dijeron que apoyaban a Narendra Modi y su Partido Bharatiya Ja­nata (PBJ) porque querían un fu­turo con empleos y crecimiento económico, no más limosnas del gobierno.

El viernes, el Partido del Con­greso, que ha gobernado India du­rante la mayor parte de los últi­mos 67 años, fue desplazado por Modi, un político carismático de raíces hindúes y una agenda a fa­vor del sector empresarial, quien fue elegido como primer ministro. El PBJ se habría quedado también con más de la mitad de los 545 es­caños en la cámara baja del Parla­mento, según la Comisión Electo­ral de India.

El triunfo contundente de Modi marca un importante pun­to de quiebre en la historia pos­colonial de la mayor democracia del mundo. Por décadas, el país ha estado dirigido, salvo breves inte­rrupciones, por los descendientes de Jawaharlal Nehru.

Acusado por sus detractores de dividir India en bandos religiosos después de enfrentamientos fata­les en 2002 entre hindúes y musul­manes, Modi terminó uniendo a su país con la promesa de progreso y la visión de una India sólida y preparada para sacar provecho de una oportunidad económica.

Los votantes de diferentes cas­tas y regiones, zonas rurales y ur­banas, la clase media y aquellos que quieren pertenecer a la clase me­dia salieron a votar por Modi. “Es un gran cambio. Es el comienzo de una generación post-ideológica, no de centro izquierda”, dice Shekhar Gupta, editor general del periódico Indian Express. “Se trata del ascen­so de los indios interesados más en sí mismos. Tienen aspiraciones, y comparten su impaciencia”.

Las tasas de crecimiento eco­nómico alcanzaron su punto más bajo en una década en 2013 y han sido decepcionantes este año, un marcado revés del crecimiento sólido de entre 2003 y 2011, que elevó las esperanzas de los indios de que al fin había llegado la hora de su desarrollo. Las acusaciones de corrupción y la incapacidad del partido del Congreso de diseñar un plan para revertir la desacele­ración económica han elevado la frustración de la población y ali­mentado el descontento.

India es más pobre y menos in­dustrializada que sus vecinos del este. Y sus ciudadanos están cada vez más cansados de su retraso. En el país, la mitad de los hogares no tienen baños, muchos no están conectados a la red eléctrica, y es muy difícil asistir a la escuela y obtener buenos trabajos.

Con el liderazgo de Modi, India pasará de depender de programas de subsidio cada vez más extensos para ayudar a los pobres a hacer de la generación de empleos y del crecimiento económico sus prin­cipales herramientas de desarro­llo. Sin embargo, es poco probable que Modi deshaga sustancialmen­te los programas de subsidio de los que dependen millones de habitantes para obtener empleo y alimento. Aun así, el principal eje de su gobierno seguramente dejará de fortalecer la red social para incentivar el crecimiento em­presarial.

Bajo el Partido del Congreso, algunos de los proyectos indus­triales más grandes de India se pa­ralizaron. Una planta de acero de US$12.000 millones propuesta por la siderúrgica surcoreana Posco fue aplazada en 2010 después de que habitantes de la zona se opu­sieran, a pesar de que el proyecto ya había recibido la aprobación de las autoridades medioambienta­les.

En 2010, a medida que el país luchaba por llenar necesidades de infraestructura, el Ministerio de Acero del país estimó que proyec­tos del sector valorados en más de US$80.000 millones habían sido pospuestos por problemas de ad­quisición de tierras y permisos medioambientales.

Por el contrario, el gobierno del estado de Guyarat, bajo Modi, parecía capaz de eliminar la buro­cracia para permitir que empresas construyeran fábricas y se expan­dieran. El caso más famoso invo­lucra uno de los mayores conglo­merados de India, Tata Group, que adquirió terrenos en Bengala Oc­cidental para construir una fábri­ca para su nuevo auto ultrabarato Nano.

El gobierno del estado reti­ró su apoyo a la planta en 2008 por protestas de agricultores. Modi cortejó personalmente a la admi­nistración de Tata y persuadió a la empresa de que trasladara el pro­yecto a Guyarat. La velocidad con que Tata pudo adquirir el terreno y construir la planta allí convirtió al legendario ex presidente ejecu­tivo de Tata Group, Ratan Tata, en un partidario de Modi.

Los impuestos son otro tema. Vodafone ha estado enfrentada con Nueva Delhi por años por un cobro de impuestos por más de US$2.000 millones. La Corte Suprema de In­dia decidió que la compañía no tenía que pagar, pero el gobierno cambió sus leyes para permitir de manera retroactiva el cobro del im­puesto. Otras grandes empresas se encuentran en disputas similares en India, incluidas AT&T, la cerve­cera SABMiller y Nokia.

El partido de Modi dice que la actitud del gobierno en esas dis­putas, que dieron pie al término “terrorismo impositivo” durante su campaña electoral, ha contri­buido a la imagen del país como un lugar arbitrario y hostil para hacer negocios.

Modi y el equipo de PBJ se defi­nen como pro negocios, pero esto debe ser interpretado en el con­texto indio. Los analistas creen que las grandes reformas, como cambiar leyes laborales para per­mitir que las compañías contra­ten y despidan más fácilmente o lleven a cabo privatizaciones de gran escala, son poco probables. El PBJ se opone a la inversión ex­tranjera en las grandes cadenas minoristas.

Modi estará bajo una fuerte presión para impulsar la econo­mía y enfrentará la ira de los vo­tantes si no lo logra. Atraer más inversión extranjera, al menos en otros sectores, será una manera de hacerlo. La promesa de Modi de días mejores resonó especial­mente con la gente joven. Alrede­dor de 100 millones de nuevos vo­tantes se registraron por primera vez este año, y muchos de ellos de entre 18 y 24 años, dijo la Comi­sión Electoral.

Modi hereda un país que ha perdido la paciencia con sus líde­res. Queda por ver si él y el PBJ pueden cambiar su propia imagen. Pero claramente están decididos a intentarlo, y tratar de cambiar a India no solo por un ciclo electoral sino por años a futuro.