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Colombia sale de su ‘Octubre Negro’

  • Actualizado: 03 noviembre 2013 /

Hubo unos 20 ataques en octubre a blancos de alto perfil, según analistas de seguridad y las mismas compañías.

Bogotá, Colombia

El sector energético de Colombia, el principal motor de su economía, salió herido de la “Operación Octubre Negro”, un término acuñado por la guerrilla marxista que lanzó una ofensiva durante todo el mes contra oleoductos, trenes de carga, plantas generadoras de electricidad y torres de transmisión, para hacer sentir su fuerza durante las negociaciones de paz con el gobierno.

Hubo unos 20 ataques en octubre a blancos de alto perfil, según analistas de seguridad y las mismas compañías. Eso fue más del doble que en septiembre y por mucho la cifra más alta para cualquier mes de este año, según analistas. El gobierno colombiano suele publicar sus cifras meses después. El ejército se abstuvo de hacer comentarios.

Se cree que la mayoría de los ataques fueron obra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Los ataques alimentaron las dudas sobre la sinceridad de los guerrilleros respecto a alcanzar la paz con el gobierno en un proceso que comenzó hace un año en La Habana. No hay un cese al fuego durante las negociaciones, las cuales buscan poner fin a 50 años de guerra que han cobrado más de 200.000 vidas.

Pocas partes de la infraestructura energética de Colombia salieron ilesas. La empresa estatal de redes eléctricas ISA dijo que 19 de sus torres de transmisión fueron dinamitadas en octubre. En los nueve meses anteriores el número total de ataques fue de 11.

Los costos económicos de los ataques a menudo se limitan a las reparaciones, costos adicionales de seguridad y horas extra para los trabajadores. Las compañías petroleras y de carbón en Colombia diseñaron hace tiempo planes para mantener sus cronogramas de exportación pese a los ataques de la guerrilla, principalmente manteniendo reservas en los puertos. Sin embargo, los ataques crean dolores de cabeza logísticos para las empresas y les recuerdan a los posibles inversionistas los riesgos políticos de Colombia.

El segundo oleoducto más largo de Colombia, Caño Limón, fue atacado al menos tres veces en octubre, lo que interrumpió el flujo de crudo y le devolvió su apodo de “la flauta”, debido a todos los hoyos que los rebeldes han abierto en el oleoducto a lo largo de los últimos 20 años. El conducto es usado por la estatal Ecopetrol SA y la estadounidense Occidental Petroleum Corp.

Cada vez que Caño Limón es atacado, el oleoducto, que transporta cerca de 70.000 barriles al día al puerto de Coveñas en la costa Caribe del país, debe cerrarse por completo hasta que los equipos de reparación arreglen el daño, lo cual usualmente demora cinco días. Un representante de Occidental dijo que la compañía no comentaría sobre los ataques recientes.

Los ataques guerrilleros se presentan en momentos en que la economía colombiana lucha contra tasas de crecimiento oscilantes y una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, que desató una ola de protestas violentas este año por parte de los agricultores y otros trabajadores de bajos ingresos. En algunos casos, las exigencias de los manifestantes son paralelas a las de las FARC, principalmente en lo que respecta a buscar mejores condiciones para los agricultores y las críticas a la influencia de las empresas extranjeras en Colombia, la cuarta economía de América Latina.

Alfredo Rangel, analista de seguridad de la Universidad Sergio Arboleda, quien hace seguimiento a los ataques terroristas y es candidato al Senado en las elecciones del próximo año bajo una plataforma con énfasis en la seguridad, dice que aunque se ha visto un aumento sostenido en los ataques durante los últimos dos años, octubre fue el mes más violento en cuanto a ataques a la infraestructura desde por lo menos 2010.

“Mi perspectiva es que las FARC están incrementando sus atentados por dos razones: primero, desean demostrar su capacidad de ataque para incrementar su poder de negociación en La Habana”, dijo. “Segundo, probablemente anunciarán otro cese al fuego unilateral durante la temporada navideña, como lo hicieron el año pasado, y estos ataques contrastan bien con cualquier cese al fuego”.

Aún no está claro cómo el mes de ataques a la infraestructura por parte de las FARC afectará la dirección de las negociaciones de paz, pero los analistas aseguran que los ataques continuarán más allá de octubre.

Se suponía que el proceso de paz duraría “meses, no años”, como prometió el presidente Juan Manuel Santos cuando se lanzaron las negociaciones en octubre de 2012. Pero los diálogos están entrando en su segundo año y los negociadores apenas han llegado a un acuerdo en uno de cinco puntos, la reforma agraria. Las dos partes aún están lejos de un consenso en asuntos importantes como integrar a los rebeldes a la política luego de que depongan las armas.

Intentos por contactar a las FARC para obtener sus comentarios fueron infructuosos.