Yoro, Honduras
A pesar de que la plaga de la huanglongbing (HLB) o el amarillamiento en las hojas de los cítricos como las mandarinas, limones, toronjas y otras variedades afectó hace cinco años a las regiones norte y oriente de Honduras, los productores de El Negrito, Yoro, aprendieron a convivir con esta plaga.
De septiembre a marzo de cada año, más de mil personas de este municipio consiguen trabajos temporales en la cosecha de naranja, una variedad de cítrico apetecida por el paladar europeo y que la demanda catracha no logra satisfacer en su totalidad.
Al norte del pueblo se encuentra una de las dos haciendas de la localidad, que posee 95 hectáreas de naranja valencia y 75 hectáreas de naranja piña. Cada hilera de arbustos es regada con tanques de agua de gran presión.
A los tres años, un arbusto de naranja valencia llega al tope de su producción, en el que cosecha entre 1,500 a 2,000 unidades durante la temporada, que permite alcanzar en siete meses hasta 24 millones de frutas distribuidas en sacos de 100 unidades.
Para el control de plagas y enfermedades, los productores no aplican químicos por las consecuencias negativas que provoca en el rendimiento de la producción. “Preferimos cortar con machete las hojas que estén en mal estado”, dice Alexander Gutiérrez, uno de los productores.
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De acuerdo con estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Honduras hay 21,500 hectáreas de naranja que producen 290 mil toneladas y representan L400 millones anuales.
El 85% de los cultivos de naranja se distribuyen en Colón y Yoro. “Acá hay tres zonas productoras: la parte alta que cosecha frijol y café; la zona del río Guaymas que se distingue por los cultivos de palma africana, y la parte baja que produce caña de azúcar, maíz y cítricos”, refiere Carlos Amaya, director de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de El Negrito.
