Las tres empresas productoras de cemento han afianzado su control absoluto en el país.
Los precios al consumidor final son estandarizados por las plantas, lo cual ha sido cuestionado por los sectores ligados a la industria de la construcción ante la falta de una verdadera competencia. La Industria Cementera Hondureña, Incehsa, y Cemento del Sur, Cesur, propiedad de la multinacional francesa Lafarge y del Grupo IPM, controlan la región centro, sur y oriente del país y suplen el 60% del consumo interno.
Cementos del Norte, Cenosa, miembro del Grupo Continental y el consorcio suizo Holcim, domina la región noroccidental y abastece el 40% de la demanda local.
La recién aprobada Ley de Competencia ha generado buenas expectativas, pues se espera que acabe con esas distorsiones de mercado.
El oligopolio
Para los empresarios de la construcción, el oligopolio de las cementeras no ha generado un tan sólo beneficio al consumidor y quizás lo más rescatable ha sido la capacidad de suplir el consumo interno.
Según el ex presidente de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción, Chico, Erasmo Barahona, no hay duda que el mercado nacional está dividido y sin ninguna competencia.
Aunque hay tres plantas, continúa, existe un oligopolio, en donde las empresas se ponen de acuerdo para fijar el precio y para abastecer las zonas acordadas. El consultor Alex Bendeck se refiere en iguales términos de la industria del cemento y considera que se debería promover la competencia para favorecer a las personas que usan ese material.
Un estudio de la Universidad de Monterrey, México, y la Comisión Económica para América Latina, Cepal, revela que las multinacionales han acentuado su presencia en Centroamérica.
Lafarge es propietaria de la mayor parte de acciones de Incehsa y en el caso de Cesur es total; en cuanto a Holcim, su aporte de capital en Cenosa es inferior al de los empresarios hondureños.
Los dos organismos reconocen que la presencia de las transnacionales ha favorecido a las empresas por la fuerte inyección de capital, en la compra de equipo y maquinaria para la producción del material.
Competencia
Incehsa y Cenosa, pero sobre todo la primera, libraron a principios de 2004 una agresiva guerra de precios con Cemento América, Cemar, que lanzó al mercado del sur y centro una nueva marca. “En seis meses de competencia la bolsa de cemento gris bajó de 87 a 47 lempiras”, recuerda Ricardo Perdomo, un pequeño empresario dedicado a la fabricación de bloques y ladrillos.
“En aquel momento sí hubo competencia”, relata con nostalgia Bendeck, ya que ahora ese producto tiene un precio de 94 lempiras. Casi en similares términos se expresó el ex presidente de la Chico respecto de la guerra de precios que se vivió hace dos años en la zona centro y sur del país.
Varias personas conocedoras del tema coinciden en señalar que Lafarge bajó el precio del cemento a casi el costo de producción con el propósito de descapitalizar a Cemar, lo que logró y al final la compró por una cantidad que aún sigue manejándose como “secreto de Estado”.
¿Qué es oligopolio?
Un oligopolio ocurre cuando en el mercado existe un pequeño número de empresas productoras de un bien o servicio igual o muy similar y por medio de su posición privilegiada dominan y controlan todos los aspectos de su producción, por ejemplo: calidad, costos y precios.
Monopolio
Es la situación en que una empresa es quien puede influir en el precio:
Se caracteriza por:
1. Ser única.
2. Ser capaz de satisfacer a la demanda de todo el mercado.
3. Posee el conocimiento de la estructura de la demanda del mercado.
En la zona sur es más caro el cemento
Nacaome. El precio de la bolsa de cemento gris de 42.5 kilogramos es de 105 lempiras en varios municipios del sur del país, el más elevado en toda la nación.
Los consumidores de estos lugares se preguntan por qué tan caro si el material de construcción es procesado en la planta de Cemento del Sur, ubicada en San Lorenzo.
Fuentes ligadas a la multinacional propietaria de Cesur, o sea Lafarge, justifican que ese precio se explica por el traslado del clinker desde Comayagua, lo que no es creíble por los consumidores, pues cuando estaba Cemar transportaba ese material desde Japón y el costo al consumidor era menor al que se vendía en Tegucigalpa.
“Nos saldría más barato a los ferreteros traer el cemento de Tegucigalpa y a un precio menor a los consumidores, pero Lafarge nos prohíbe hacer eso”, confió un distribuidor en esta ciudad.