Las divergencias entre las políticas monetarias de las principales economías mundiales, con Estados Unidos y China por un lado y la zona euro y Japón por otro, continúan aumentando y podrían tener consecuencias para los países emergentes.
Varios bancos centrales reaccionaron a la decisión del miércoles de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de aumentar un 0.25% sus tasas de interés.
China siguió los pasos de Estados Unidos y aumentó el jueves en un 0.10% sus tasas en el mercado monetario, mientras todos los demás bancos centrales mantuvieron sin cambio su política acomodaticia.
Comenzando por el Banco de Japón (BoJ), que reiteró su voluntad de continuar con ello 'el tiempo que sea necesario' para alcanzar su objetivo de alza de precios en un 2%.
Lo mismo ocurre con el Banco de Inglaterra (BoE), que dejó su tasa principal a un nivel históricamente bajo desde agosto pasado, cuando la institución aligeró su política monetaria para hacer frente a los posibles efectos en la economía del Reino Unido de la decisión de los británicos de salirse de la UE.
El Banco Central Europeo (BCE) mantuvo su política monetaria ultraacomodaticia hace una semana.
Esta 'asimetría' entre la política monetaria estadounidense y las de la mayoría de las otras grandes economías mundiales 'se explica por diferencias de posicionamiento en el ciclo económico', explicó a la AFP Julien-Pierre Nouen, director de estudios económicos en Lazard Frères.
'En Estados Unidos, la economía está prácticamente en el pleno empleo, la inflación comienza a acelerarse levemente y es lógico que la política monetaria se normalice', agregó.
Por el contrario, en la zona euro y en Japón, la reanudación del crecimiento sigue siendo todavía frágil y los objetivos de inflación no han sido alcanzados.