A partir del entendimiento de su propia discapacidad, la mexicana Adriana Macías comenzó a plantearse lo que podía construir con el cuerpo que la vida le dio.
Cuando estudiaba para ser abogada pensó que a través de esa profesión alcanzaría su misión de servir a los demás de la misma forma en que sus padres y amigos le ayudaron a ella en todo momento.
Es hasta hace dos décadas, cuando descubre que el escenario como conferencista era el espacio idóneo para compartir sus experiencias, motivar a las personas a luchar por sus sueños y perder el miedo a lo desconocido.
La también esposa y madre de una niña estará mañana en el polideportivo de Unitec de San Pedro Sula para dictar la conferencia “En los brazos de mamá”, que organiza Eventum con patrocinio de diferentes empresas.
¿Cómo hace que cada público logre conectarse con sus propias experiencias?
Siempre abro el corazón y trato de compartir lo que he aprendido en distintas situaciones de vida, de tener la oportunidad de compartir con diferentes personas, talentosas, estudiosas, inteligentes y que me ha servido, y lo comparto como una herramienta de vida.
Creo que todas las personas estamos en esa búsqueda de construir nuestra felicidad y sobre todo de querer que sea duradera.
La buena y la mala es que la felicidad no es continua, no es que exista una fórmula mágica y vamos a ser felices por el resto de nuestra vida. Si hoy nos dijeran ‘serás feliz para siempre’, en automático nos entristeceríamos, porque ya no hay nada por lo cual luchar, crecer o de motivación para hacer las cosas.
¿De ese empeño en la búsqueda de la felicidad permanente es cuando vienen las decepciones personales?
Pensamos que mi felicidad está ‘al lado de’, y la felicidad está ‘dentro de’, y cuando nos damos cuenta que la felicidad está dentro de nosotros, vamos a dejar de hacer sufrir a las personas que nos rodean.
Hay que aprender que la felicidad está en nosotros, en nuestras decisiones, en nuestra forma de ver la vida, nuestras perspectivas y pensamientos. No está en las cosas, los lugares o en otras personas.
El miedo al fracaso está bien relacionado a quienes deciden emprender. Como conferencista, ¿de qué forma su mensaje les funciona?
Creo que la creatividad nos va a ayudar a emprender cualquier proyecto y esa misma creatividad nos va a sacar del bache.
Cualquier persona que decida emprender un nuevo proyecto o un negocio, y que implemente una nueva idea, se va a enfrentar a distintos retos y puede ser que haya fallas o errores, pero creo que la creatividad que traemos en la sangre nos va a ayudar a salir de ese bache.
Yo he escrito libros, una obra de teatro y diseñé ropa, entonces creo que hay que intentar todas las cosas que nos gustan y, sobre todo ser emprendedores para producir cosas positivas.
¿Hay alguna relación entre su rol como conferencista internacional y su profesión como abogada?
Cuando entro en este entendimiento de mi discapacidad y el reto que significaba para mi vida, fue difícil. Recibí tanta ayuda de mis padres, de mi hermana, de mis amigos y de mis maestros, que pensé ‘ojalá algún día pueda ayudar a los demás como recibí ayuda en ese momento’.
Para entonces, mi visión fue que a través de esa carrera iba a ayudar a los demás y después, aprendí que todas las carreras tienen esa finalidad de ayudar en algo. La vida me prestó los escenario para cumplir, finalmente, esa misión con la que soñé cuando decidí estudiar esa carrera y aunque no la ejercí, aquí estoy dando conferencias.
¿Qué tanto influyen los pensamientos más allá de cualquier condición física?
La magia de un pensamiento es la que nos puede poner superfelices o supertristes. La magia de un pensamiento está en la distancia de una decisión. Hoy puedo pensar que soy la peor mujer del mundo porque no tengo brazos, y de repente me pongo a pensar qué puedo construir con este cuerpo que la vida me dio.
Qué pesado es vivir haciendo un conteo de todos los esfuerzos que hacemos, y por qué no vivir contando todas las posibilidades que hay a nuestro alrededor.
Eso es como prender o apagar la luz, el momento en que tú decidas prender esa luz en tu vida, o dejar de pensar lo que no tienes, lo que no puedes hacer, todo lo que te hace falta, y te pones a pensar todo lo que sí puedes hacer, en todas las personas que te acompañan y en todo lo que tienes, es de nuevo, como prender y apagar la luz.
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