Un minuto bastó para que los hondureños pasaran del cielo a la desilusión en el partido entre Honduras y Panamá.
El empate canalero marcó no solo un mal cierre del partido para la Selección de Honduras, sino también un alto en la fiesta que se vivía desde el viernes anterior luego de la victoria ante México.
En los restaurantes, oficinas y viviendas, los hondureños vivieron una fiesta desde tempranas horas del día. Todos lucían la camiseta en apoyo a una Bicolor que ilusionó tras el Aztecazo.
Y la confianza se incrementaba luego de que Carlo Costly abriera el marcador en el Nacional y permitiera que el sueño de los hondureños de acariciar el Mundial de Brasil 2014 llegara.
Sin embargo, Gabriel Torre fue el encargado de aguar el grito y poner a todos a rezar. Tuvo que llegar la magia de Wilson Palacios para devolver la fe.
Pero Torres no quería irse con la derrota y marcó el segundo, enmudeciendo a una Honduras que se comía las uñas esperando porder celebrar la victoria y los tres puntos.
Sin emabrgo el tiempo no dio para más y la decepción se apoderó del ambiente aunque Honduras está en zona de clasificación y dependiendo de sí misma a falta de dos partidos.
La fiesta tendrá que esperar hasta entonces y en un mes la ilusión debe renacer.