Fuerza, fuerza y más fuerza es lo que la Selección Nacional obtuvo este viernes en su “paseo” de intenso trabajo en la playa y el mar de Puerto Cortés.
El bravo oleaje y la profunda arena exigió al máximo al equipo de todos en un viernes de doble horario y antes de un fin de semana sin descanso. La Copa de Naciones está ya en la vuelta de la esquina, se viaja el miércoles a Costa Rica y se debuta el viernes 18 contra El Salvador.
El tráfico sampedrano en el bulevar del norte atrasó el inicio de la práctica, pero a las 9:00 am comenzó la historia. Volifútbol improvisado y el rondo hicieron el encendido de motores. Una oración fue el previo de lo que se venía.
Al fondo el oleaje rugía y la famosa frase “barco a la vista” sirvió para adornar el paisaje con el paso del gigatesco Sea Board Marine Line que partía hacia Miami con un inmeso cargamento de furgones, mientras los jugadores cumplían su lucha con la floja arena tragapiernas.
En el grupo de principio a fin se distinguió el profesor Luis Fernando Suárez corriendo al lado de sus pupilos; muy sólido al principio se fue quedando rezagado, pero terminó más por coraje que por aire.
Como si se tratase de un batallón listo para la guerra, las rutinas se cumplieron. El mar también sirvió de plataforma de entrenamiento, no era para jugar, había que correr, elevar las piernas con velocidad. Cuando se cronometró hora y media del trabajo, algunos comenzaron a dar signos de cansancio, entre ellos Boniek García, quien cumplía apenas su segundo día de concentración.
El ansiado “esto es lo último” del preparador físico Carlos Gutiérrez dio paso al chapuzón que clausuró una mañana en el puerto. Todos, menos Marvin Chávez, demostraron sus fortalezas como pez en el agua; unos cuantos se quedaron en la orilla.
