La afición mexicana canalizó su frustración dándole la espalda al Tricolor, coreándole 'oles', burlándose de su propio guardameta y dejando en paz, por fin, al rival.
Al minuto 59 la gente, que abarrotó el Estadio Levi's, buscó la salida. Empezaron a vaciarse las butacas.
Asistieron 70 mil 547 aficionados, récord para un partido de futbol en el inmueble. Más testigos de la masacre.
Cuando Chile marcó el cuarto gol, de Eduardo Vargas -quien hizo cuatro tantos-, la gente lanzó de todo. Era demasiado.
Tras el séptimo gol hubo un espontáneo que intentó invadir la cancha, quién sabe si para detener la paliza, agredir a un mexicano o para celebrar con los chilenos.
Y el árbitro pitó al 90' por pura piedad. Ya no era necesario agregar minutos. México tenía mucho tiempo fuera de la cancha.
Camino al vestidor, esa gente que bañó a los chilenos, despidió de la misma forma a cada uno de los jugadores mexicanos que, cabizbajos, se fueron a las regaderas ya sin espíritu.