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El Maracanazo, una herida que ardió durante décadas en el alma de Brasil

  • 15 julio 2020 /

Este jueves 16 de julio se cumplen 70 años de la Copa del Mundo que perdió Brasil a manos de Uruguay.

Río de Janeiro, Brasil.

Cuenta Pelé que cuando Uruguay marcó el gol de la victoria en el Mundial de 1950 contra Brasil, su padre rompió a llorar y que él le prometió, con apenas 9 años, que ganaría un Mundial para compensarle.

El 16 de julio de 1950, Uruguay logró su segunda Copa del Mundo de fútbol tras remontarle a Brasil por 1-2, con goles en el tramo final de Schiaffino y Ghiggia, en Maracaná, el gigantesco estadio de Rio de Janeiro especialmente construido para ese torneo.

El 'Maracanazo' tuvo de lejos una repercusión mayor que otros sinsabores futbolísticos, como la derrota de Brasil en la final del Mundial-1998 frente a Francia o el 7-1 que Alemania le propinó en Belo Horizonte en la semifinal del Mundial-2014.

Un duro golpe

Para el sociólogo Ronaldo George Helal, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), el 'trauma' se explica en gran medida porque Brasil era, en 1950, un país que buscaba situarse en el mundo, en un momento de consolidación del Estado-nación.

El resultado de ese partido se viviría entonces como 'la victoria o la derrota de un proyecto de la nación brasileña', fundado en el relato de un país de armonía racial, unido en torno a la pelota, dijo Helal en una entrevista con la AFP.

Foto: La Prensa

- Barbosa, pena sin fin -

Para la opinión pública nacional, el gran culpable del Maracanazo fue el portero negro Moacir Barbosa. Ese ensañamiento fue creciendo con los años y pesó sobre el propio jugador, pese a que siguió actuando en grandes clubes.

'La pena máxima [de cárcel en Brasil] es de 30 años, pero yo ya llevo 40 pagando' por esa derrota, dijo Barbosa en los años 90.

Y con el paso del tiempo, la sociedad brasileña entendió que 'los partidos de la selección son victorias o derrotas deportivas', incluido el 7-1 de 2014 en casa.

En cuanto a Pelé, pudo cumplir rápidamente la promesa que le hizo a su padre. Apenas ocho años más tarde, el joven prodigio se proclamó Rey en el Mundial de Suecia-1958, ofreciendo a la Canarinha el primero de los cinco trofeos conquistados hasta ahora.