El comienzo del seleccionador Reynaldo Rueda y su equipo de colaboradores en la dirección de la Selección hondureña ha sido muy bueno, pues han demostrado una mística diferente a la que estábamos acostumbrados periodistas, dirigentes y jugadores. Lo que no sabemos es cómo reaccionaremos todos en caso de que los resultados no se den a nuestro favor, como sería lógico esperar con profesionales tan destacados.
Luego de escuchar a los tres sudamericanos, nos han causado muy buena impresión. Parecen haber diagnosticado perfectamente las virtudes de competitividad, potencia, velocidad y fuerza de nuestros jugadores y sus defectos y están convencidos de que con trabajo la clasificación se debería conseguir, porque tenemos excelente material humano e individualidades “de los futbolistas más completos que hemos conocido” dijeron.
Físicamente quedó demostrado el martes que los seleccionados pueden rendir más de lo que vemos en sus equipos. El asistente Alexis Mendoza, además de haber sido mundialista en 1990 y 1994, tiene gran capacidad para comunicar sus ideas y ponerlas en práctica. Les mostrará en qué consiste el gran problema de la distracción, defensas que olvidan las responsabilidades de su puesto por estar más pendientes del partido o de irse alegremente al ataque sin darse cuenta de que otro defensa anda también arriba. Les enseñará a perfeccionar los centros de modo que cuando se hagan produzcan daño al rival; a meter velocidad cuando sea necesario en ciertas partes del campo, si el juego lo amerita, para no gastar energías en vano.
También les transmitirá experiencias sobre sociedades en el terreno y variantes para sorprender. A los delanteros les dirá cómo pueden ser culpables de un gol que nace en una pelota perdida en ataque que encuentra mal parada a la defensa y terminamos creyendo que el culpable es el portero. A ninguno de los convocados le garantizaron su permanencia y a los que no han sido llamados los invitan a mejorar en sus equipos, a trabajar más porque en cualquier momento pueden convertirse en seleccionados.
Estas mismas cosas los entrenadores hondureños también se las han dicho, pero por nuestra idiosincrasia somos más receptivos, asimilamos y obedecemos mejor si el profesor es extranjero. Especialmente los afrodescendientes de nuestro fútbol tienen el físico ideal para brillar en la Selección, pero ellos y los otros deben mejorar los pases, el juego aéreo y el remate de media distancia.
Para todo esto necesitarán buenas canchas en donde practicar y jugar de local, además de un psicólogo que ojalá haya practicado el balompié. Nos gusta también que le recuerden a los futbolistas que su fama se va rápido, que integrar la Selección es un orgullo para sus barrios y su familia, que cuando se ponen la camisa nacional representan a nuestra tierra, a nuestra raza, a todo nuestro pueblo y para eso deben sacrificar por un tiempo los placeres mundanos.
Vemos a este cuerpo técnico sin excesos, respetuoso, ubicado, ojalá que no sea un espejismo. Tengamos calma y sobre todo mente positiva cuando aparezcan los lógicos obstáculos en el camino.