El legendario jugador de ajedrez Bobby Fischer, fallecido el pasado jueves a los 64 años debido a una insuficiencia renal, fue enterrado el martes en Islandia durante una ceremonia católica celebrada bajo la mayor discreción, indicaron fuentes eclesiásticas.
Fischer, nacido en el seno de una familia judía en Nueva York, había sido inhumado el lunes según el rito católico, indicó a la AFP el padre Jakob Rolland, de la diócesis de Reikjavic.
El ex campeón había 'expresado su deseo de tener un entierro católico y lo hemos respetado', explicó.
Sus despojos descansan en el cementerio de Laugardaela, a unos 50 kilómetros de la capital islandesa.
Únicamente cinco personas asistieron al servicio religioso en la iglesia de esta localidad, entre ellas su compañera japonesa Miyoko Watai, quien había llegado procedente de su país el domingo por la noche, según la televisión nacional RUV.
Según el padre Rolland, el funeral fue organizado rápidamente por Watai y un puñado de amigos islandeses del brillante estratega del tablero.
Hasta ahora, no se ha podido confirmar la eventual conversión al catolicismo de Fischer, un ferviente antisemita pese a sus orígenes judíos.
'No estoy al tanto de que se convirtiera a la religión católica, pero eso no significa que no lo hiciera', declaró el padre Rolland.
'Todo el mundo pensaba aquí que era ateo, o al menos, agnóstico', declaró a la AFP Ingolfur Sigfusson, periodista de la RUV.
El jugador entró en la leyenda del ajedrez al derrotar durante una partida histórica en 1972 al campeón del mundo soviético, Boris Spassky.
Al obtener la nacionalidad islandesa, Fischer logró escapar de una pena de cárcel en Estados Unidos, donde la justicia le reprochó haber percibido una prima económica durante un torneo en 1992 en la ex Yugoslavia, pese al embargo impuesto entonces por la ONU.