Fue el fichaje más sonado en México y ahora juega la primera final de la historia del modesto Querétaro pero la figura de Ronaldinho sigue rodeada de tanta propaganda como polémica y muchos aficionados no le perdonan que venda miles de camisetas que 'no suda ni siente'.
El brasileño empezó a tropezar con la afición cuando decidió celebrar las pasadas Navidades en su país y llegar un mes tarde a la concentración para su segundo torneo en México.
En general ha sido raro verle grandes esfuerzos en el campo y, la semana pasada, abandonó el estadio antes de que terminara el partido de ida de semifinales del Clausura-2015 porque el técnico lo relevó. En la vuelta fue castigado sin jugar un minuto.
Los sufridos seguidores de los 'Gallos Blancos' no creen que su gran estrella, de 35 años, haya tenido un papel determinante para que su equipo dispute esta semana su primera final, a pesar de que algunos de sus cinco goles en el torneo fueron providenciales.
Más bien, atribuyen el mérito a la directiva encabezada por el rico empresario de las comunicaciones Olegario Vázquez, que hace un año incursionó en el mundo del fútbol comprando este club que estaba condenado al descenso y no pagaba a sus jugadores.
Vázquez quiso convertir a Ronaldinho en el ícono de su nueva era y el resultado, en términos mediáticos, fue bueno.
El excampeón del Mundo en 2002 y Balón de Oro en 2005 puso a Querétaro en el mapa, consiguió agotar los boletos en todos los partidos, acapara titulares en periódicos y minutos en tertulias deportivas, además de disparar las ventas de productos del club con su nuevo número '49'.
Pero, en el terreno deportivo, el crack de la eterna sonrisa sólo ha ofrecido algunos destellos de la genialidad que exhibió en el FC Barcelona antes de que, con apenas 27 años, empezara su declive profesional entre las tentaciones de la noche y la fiesta.
Negociaciones de piscina...y fútbol playa
En Querétaro (centro), una turística ciudad de 1,8 millones de habitantes conocida por su centro colonial y el conservadurismo y fervor religioso de sus ciudadanos, hay más carteles de candidatos a las elecciones locales del 7 de junio que imágenes de Ronaldinho.
Y ver caminar al crack por las majestuosas calles empedradas del centro histórico es casi un milagro.
El brasileño podría haber vivido en una fastuosa casa colonial típicamente mexicana pero prefirió el minimalismo de El Campanario, una exclusiva fracción de mansiones blancas en la punta de un cerro coronado por un club de golf.
En su residencia se hizo construir una cancha de fútbol playa con arena y ahí pasa el tiempo escuchando música brasileña junto a su hermano y manager, Roberto de Assis, con amigos que le visitan de Brasil o compañeros del club como 'Danilinho', uno de los seis brasileños del Querétaro.
El fichaje lo cerró el propio Villanueva en la piscina del jugador en Brasil por un monto que no ha sido difundido, pero que se estima que llega a los dos millones de dólares por temporada, uno de los tres salarios más altos del modesto pero lucrativo fútbol azteca.