El presidente y el primer ministro húngaros acudieron ayer junto con miles de compatriotas a rendirle un homenaje póstumo a la leyenda del fútbol Ferenc Puskas, cuyos restos fueron expuestos en la Basílica de San Esteban.
Puskas falleció el 17 de noviembre a los 79 años tras permanecer seis años hospitalizado mientras padecía de Alzheimer.
El presidente Laszlo Solyom fue el primero que colocó una corona de flores a los pies del ataúd de Puskas.
El delantero fue capitán de la selección húngara en la década de los 50 y ganó tres títulos de la Copa de Europa con el Real Madrid.
Puskas es considerado como uno de los mejores futbolistas del mundo de todos los tiempos, y marcó más de 600 goles en su carrera entre 1943 y 1966.
El jugador, dueño de una zurda mágica, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1952 y perdió la final de la Copa del Mundo de 1954 contra Alemania Occidental.
Figuras del gobierno húngaro, al igual que directivos de la federación local de fútbol y del Honved, el único club húngaro con el que jugó en su carrera, desfilaron frente a los restos de Puskas antes de que las puertas de la basílica fueran abiertas al público.
Puskas era comúnmente llamado “el húngaro más famoso”, a pesar de que el régimen comunista por años impulsó una campaña para manchar su imagen después de que desertó el país tras la fallida revolución de 1956.
Puskas fue el máximo goleador de la liga española en cuatro ocasiones, y anotó 324 goles en 372 partidos con el club merengue.
Tristeza
Día de luto nacional:
Los actos oficiales seguirán mañana, día de luto nacional, cuando los aficionados podrán despedirse del ex astro de la selección húngara y madridista en el estadio más grande del país, que lleva su nombre.