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Carl Lewis: 'El hijo del viento”

  • 27 abril 2012 /

Su velocidad y su salto largo marcaron una época en las pistas del atletismo mundial.

Las 10 medallas olímpicas (nueve de oro y una de plata) lo elevaron al nivel de las glorias del deporte mundial de todos los tiempos. Así de sencillo: Carl Lewis fue el señor de las pistas del atletismo durante más de un década.

Su debut memorable en los Juegos Olímpicos se remonta a Los Ángeles 1984, donde Lewis hizo una impresionante proeza al ganar cuatro medallas de oro (100 metros, 200 metros, salto de longitud y relevos 4×100 metros) e igualar la gesta que el también estadounidense Jesse Owens protagonizara en 1936 en Berlín.

En el II Campeonato del Mundo, en Roma (1987), consiguió tres nuevas medallas de oro (100 metros, salto de longitud y relevos 4×100 metros).

La segunda participación olímpica tuvo lugar en Seúl 1988. Lewis registró dos medallas de oro (en 100 metros, tras ser descalificado Ben Johnson, y en salto de longitud) y una de plata (en 200 metros). Durante el III Campeonato del Mundo, en Tokio (1991), obtuvo dos medallas de oro (100 metros y relevos 4×100 metros) y una de plata (en salto de longitud).

La marca que no pudo

En la capital japonesa, el Hijo del Viento batió el récord del mundo de 100 metros (estableció una nueva plusmarca de 9.86s), pero sufrió la decepción de ver cómo, tras encadenar una increíble serie de saltos en la prueba de longitud, era su compatriota Mike Powell quien finalmente se hacía con el oro y batía (con un salto de 8.95 metros) el histórico récord mundial de Bob Beamon que tantas veces intentara superar.

Pese a que desde entonces su rendimiento empezó a decrecer, todavía brilló en los Juegos de Barcelona (1992), donde se colgó dos nuevos oros olímpicos (en salto de longitud y relevos 4×100 metros), y en el IV Campeonato del Mundo, celebrado en 1993 en Stuttgart, donde consiguió una medalla de bronce en la prueba de 200 metros.

El viejito dorado

Cerró su espectacular trayectoria olímpica en los Juegos de Atlanta (1996), en los que, con 35 años y contra todo pronóstico, consiguió en salto de longitud su noveno oro, que lo convertía en el único atleta, junto a Al Oerter (lanzador de disco), capaz de lograr el preciado metal en una misma disciplina en cuatro ediciones distintas de los Juegos, y en el más laureado en toda la historia de estos junto a Paavo Nurmi (especialista en maratón).

En agosto de 1997, Carl Lewis puso fin a su larga y brillante carrera deportiva, que ya le había valido, en 1996, la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Deportes.

En entrevistas recientes, Lewis ha resumido su trayectoria: “Creo que la clave fue no tener una clave, sino hacer las cosas simples y prácticas. Tener talento, por supuesto, que no alcanza él solo. Hay que tener un buen entrenador y una enorme dedicación al trabajo. Sin esto no se consigue nada. Podés ser muy bueno en determinado deporte, pero si a eso no le agregás esfuerzo, estás perdido. Además, en toda, absolutamente toda, mi carrera tuve un coach y un equipo. Eso quiere decir que creí en la gente, y ellos creyeron en mí. Así debe ser el trabajo. En equipo”.

Ahora, el jamaiquino Usain Bolt es el hombre de la velocidad, “no lo conozco personalmente. Es bueno. Tuve mi era y él tiene ahora su momento que debe construir él mismo. En mi época, ser el humano más rápido era algo gigantesco. Ahora tiene otra dimensión, tiene un aura diferente”, concluyó Carl.