El Ciclón Azul azotó con fuerza. Hubo un sólo equipo sobre la cancha. Motagua le pasó por encima al Hispano y con contundencia alcanzó el pase a la final.
El sueño del Hispano se convirtió en pesadilla, cayeron 5-0 y terminaron con ocho hombres por las expulsiones de Darwin Pacheco, Carlos Navarro y Alex Andino.
Hispano fue un mar de errores y la historia se pintó de azul. Sí, ese azul profundo que llena de orgullo a la Macro Azurra y a la barra Los Revolucionarios.
Ese mismo azul ahora pone a pensar a los olimpistas, los pone a temblar, y cómo no, en tres finales que han disputado, Los Leones las han perdido todas contra las águilas.
Víctor Bernárdez y Jorge Claros, celebran el tercer gol conseguido por Jairo Martínez.
Pero faltaba el recital y apareció Jairo Martínez, agarró un balón en tres cuartos de cancha, desde 25 metros estiró su pierna zurda y anotó un golazo, era el 2-0, la pelota se anidó en el ángulo izquierdo.
A los 26 minutos nuevamente Jairo, en un centro desde la izquierda de Luis Guzmán, se levantó muy alto, como las águilas, y remató de cabeza para poner el 3-0.
El cuarto gol fue de Luis Guzmán a los 38 minutos, se metió al área, levantó la mirada, y sacó un zurdazo a la izquierda.
El quinto llegó de penal. Pedrinho mandó la pelota al fondo de la red. La historia estaba sellada y Edwin Pavón no le restó más que afirmar que el Hispano se quedó como La Cenicienta. “Cuando le tocaron las doce campanadas, se volvió a ver horrible”.
