Se formó bajo las huellas de su extinto padre Roy Posas, un experimentado preparador de arqueros que forjó el camino de varios cancerberos que vistieron la camisa de la Selección de Honduras, pero Aldo Posas no alcanzó el sueño debido a sus malas decisiones.
"Me costó cambiar esa vida loca de alcoholismo. Nunca senté cabeza cuando jugaba", reveló el exportero.
Con el carisma que siempre lo caracterizó, Aldo recibió a Diario La Prensa en la Ciudad de las Colinas, Danlí, y lo atendió de maravilla en medio del exquisito olor que desprenden los deliciosos platillos que se preparan en el restaurante "Al Balcón de los Posas", el nuevo emprendimiento del hombre que dejó el fútbol y abrazó los negocios.
"El momento más duro fue cuando me entregaron a mi papá envuelto en una sábana como cualquier cosa", recuerda con dolor al hablar de la partida de Roy: su papá, el forjador de sus pasos, el consejero al que no escuchó para triunfar como cuidapalos...
Aldo, gracias por esta charla. ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia?
La verdad que las fajeadas de mi mamá, las orejeadas, porque nos íbamos a escondidas con Roy (hermano y exdefensa de Motagua, entre otros clubes) a jugar al campo y, cuando regresábamos, ya venían los fajazos y las hincadas.
¿Era más dura tu mamá que Roy?
Claro, era más dura mi mamá que mi papá. Nos castigaba por todo y por nada, pero le agradecemos porque gracias a ella creo que nosotros somos excelentes personas. Nos tocaba sufrir a nuestra madre porque mi papá siempre salía a estar dirigiendo en equipos o selecciones.
¿Cómo valoras tu paso por Motagua?
Me trataron bien y soy Motagua de corazón, pero con mis actos yo nunca hice cosas bien para poder debutar. Tenía terribles condiciones, pero yo andaba en otras cosas, andaba en la vida loca. Fui a otros equipos y ahí sí logré debutar en Liga Nacional.
Cuando me decís que estabas en tu vida loca, ¿en qué fallaste?
Sí, falta de madurez, también el alcohol a temprana edad. Andábamos en una juventud de bastante locura, pero eso queda de experiencia. Me costó poder cambiar esa vida que yo llevaba de juventud, una vida bastante loca de alcoholismo. Busqué de Dios hace seis años y ahí estoy ya establecido en las cosas de Él.
¿Se puede decir que el alcohol prácticamente cortó tu carrera?
Así es, el alcohol creo que cortó mi carrera porque no era una persona seria, una persona que estaba comprometida con mi trabajo. Muchas veces llegué alcoholizado al entrenamiento, con una gran goma, pero nunca me notaron.
¿Y en aquel entonces compañeros de Motagua también andaban con vos?
Sí, bastantes compañeros de Motagua, bastantes famosos. El profesor Primi Maradiaga mencionó a uno de ellos, Samir García; éramos inseparables con él y andábamos siempre con el moreno; es un buen hermano que dejó el fútbol.
¿Te duele no haber debutado con Motagua, el equipo de tus amores?
Hasta el día de hoy estoy bastante resentido conmigo mismo. Platico con mi esposa, con mi familia, con amigos, y les digo que me hubiese gustado hacer lo que hizo Roy. Mi hermano fue campeón con Motagua y Olimpia, y subcampeón con Marathón. Yo quise ser como él y trascender en Liga Nacional, pero no lo pude hacer por andar en locuras.
Si tenías una noche larga, ¿hasta qué hora tomabas?
Los equipos entrenaban en la tarde, entonces después me daba tiempo de ir tomar y de levantarme a las 11:00 de la mañana al día siguiente. El problema era cuando entrenábamos en la mañana en pretemporada, ahí me tocaba salir de la disco, bañarme e ir a entrenar. En Choloma y Parrillas todos los días andaba en Puerto Cortés y Tela. Mis amistades eran de morenos y siempre caminábamos en esas playas. Me tomaba hasta más de una caja, era un barril sin fondo.
¿Tu papá Roy nunca se enteró de la vida que llevabas?
Siempre me dijo que tratara de cuidarme, de no andar tomando. Pero a uno le dicen no hagas eso y más rápido lo hace. Más que todo yo dejé de tomar por mi mamá, porque era la que más sufría por mí, era la que más lloraba, la que más pasaba desvelándose cuando yo salía a esos bares y venía en la madrugada.
Tu padre aseguraba que pintabas para ser el portero de la Selección...
Papi siempre tuvo esa ambición de que yo fuera uno de los mejores porteros de Honduras, por la altura que tenía y las condiciones, pero no se pudo. Un día me dijo que no quería morirse sin verme debutar en primera división, e imagínate las cosas de la vida que fui a debutar con Choloma en un partido en contra de él, frente a Motagua. Después del partido me dijo: "Bueno, me puedo morir tranquilo, ya debutaste, ese era mi sueño". Le cumplimos el sueño a papi de debutar, pero no de trascender porque no se pudo por mi culpa.
Tu padre murió de Covid, ¿qué fue lo más duro?
El momento más duro fue cuando me lo entregaron a mí envuelto en una sábana como cualquier cosa, y meterlo yo en una bolsa negra para que llevarlo a la funeraria. Yo sé que papi se fue feliz porque él me decía que él siempre pensó que yo, aunque era el menor, iba a ser la cabeza de este hogar y de la familia.
¿En ese tiempo estaban prohibidas las velas?
Estaban prohibidas las velas, pero a nosotros nos permitieron aquí porque teníamos una buena amistad con las autoridades de aquí. Cuando papi se murió, a los cinco minutos y llorando como niños, me llamaron Amado Guevara y Otoniel Olivas, el entrenador del Estelí a quien papi lo involucró como entrenador.
¿Cuándo te habló Amado lloraste?
Sí, porque ellos siempre caminaban juntos los dos, en Motagua y en la Selección. Amado me decía: "Hay que estar pendiente de este viejo, que dejó olvidado el pasaporte, dejó olvidado esto, andamos en los viajes, dejó olvidado los tenis, hay que estar pendiente de este viejo". Noel Valladares pasaba pendiente siempre de nosotros, así como Hugo Caballero, Iván Guerrero y Jairo Martínez; estamos siempre en contacto.
¿Algún castigo de tu papá que no se te olvide?
Un día que estaba en segunda división en Motagua, él me dijo que no saliera a una disco y yo le dije que iba con Roy y otros compañeros de Motagua para que me dieran permiso. Me dijo que no. Más rápido me fui porque él se quedó dormido y, cuando vine, ya me estaba esperando en la madrugada. Yo no venía tomado, venía de ver bailar, y me pegó un par de fajazos, una orejada y me mandó a acostarme a la cama. Fue la última macaneada que me puso mi papá.
¿Económicamente te fue mejor en el fútbol o ahora de empresario?
Mil veces ahora. Yo le digo a mi familia, a mis amigos que si hubiese sabido que el restaurante me iba a dar lo que me estaba dando, me hubiese retirado ya tiempos de jugar fútbol o no hubiese jugado nunca porque lo que el restaurante me dio o me estaba dando nunca me lo dio el fútbol.
¿Cómo surge el tema del restaurante?
Como yo viví en San Pedro Sula más de cinco años, entonces miraba un montón de morenos allá asando carne con tajadas, pollo chuco. Todo el día me metía chuleta con tajadas o baleadas, entonces en Danlí no hay nada de eso porque es igual a Tegucigalpa, con tortillas de maíz y cosas así. Aquí se produce bastante plátano y lo exportan para la costa, pero tengo unos tíos que tienen fincas; ellos me venden o me regalan a veces los mínimos verdes. Así se dio, estando en San Pedro Sula yo dije: "Algún día voy a Danlí y voy a poner un negocio de comida".
¿Pero vos le entraste a la cocina a ayudar o no?
Ah no, yo le entré con todo, yo soy el dueño del negocio, y el amigo, el chef Luis López, me puso a barrer el negocio, trapear, lavar trastes, hacer de delivery, lavar pollo, chuletas, alitas. Me dijo para que el día de mañana que él no estuviera, yo le enseñara a la gente que trabajaba conmigo. Me tocó aprender los primeros seis meses.
Ingresaste a la política como candidato a diputado, ¿qué enseñanza te dejó?
Bastante dura, me tocó llorar bastante con mi esposa, con mi familia, porque hay bastante envidia. Ya cuando le estorba uno a los demás políticos ya lo miran mal, pero me enseñó a que uno como buena persona quiere hacer las cosas bien, pero ellos no dejan que uno haga las cosas en forma derecha.
EN CORTO
¿Es cierto que una vez tuviste una pelea?
Sí. Andábamos con varios compañeros de Motagua, con la Pantera Núñez, Roy y Luis Rodas. A calor de las copas empezamos a tirar sillas y a tirar botellas. Salieron los bombazos por todos lados.
¿Fue un escándalo ese en ese momento?
Fue un boom bastante fuerte en todo el país. El periódico El DIEZ fue el primero que sacó eso y fue lo que marcó mi carrera para mal porque ahí ya no logramos levantar como persona ni como jugador.
¿En algún momento quisiste ser piloto o no?
Sí, siempre quise ser piloto. Mi mamá siempre desde niño me decía que quería que fuera piloto; a mí también me picaban las manos por ser piloto, pero no se podía porque andaba más metido en el fútbol que en los estudios.
¿El jugador más bromista que conociste en tu carrera?
Alex Andino y Wilfredo Barahona; para nosotros no había tristeza con esos dos bandidos desde que llegábamos a entrenar, desde que salíamos era riéndonos. Eran unos payasos.
¿Y la broma más fuerte que has hecho o que te hicieron?
Yo, como de 12 años, caminaba atrás de papi siempre y Amado con Ninrod Medina y Jairo Martínez me desnudaron en el complejo Motagua y me echaron baldes de agua.
¿Y el futbolista más enojado que conociste?
Mario Chirinos y Hernaín Arzú porque me hacían miedo. Cuando me miraban se hacían los serios, y yo estaba pequeño.
¿La multa más grande que hayas conocido en el fútbol?
Una vez en Parrillas One me multaron porque en la banca me expulsaron. Me dolieron porque esos 5,000 lempiras eran para andar parrandeando.
¿El mejor jugador que has visto?
Para mí el mejor jugador que he visto es Amado Guevara, me gustaba también Flaco Pineda y Wilson Palacios.
¿Y el mejor técnico?
El mejor técnico el profe Primi Maradiaga y me gustaba también Edwin Pavón