SAN PEDRO SULA, HONDURAS.- Desde el 2013, el Pebble Beach Concours d’Elegance había favorecido a los coches europeos sobre los americanos para recibir el Best of Show. Pero este año, el premio se lo lleva un fabricante estadounidense, Duesenberg con un Model J Figoni Sports Torpedo de 1932.
En realidad el premio es compartido con el viejo mundo y es que este modelo en particular de Duesenberg fue carrozado por Giuseppe Figoni en París. En aquella época el fabricante de chasis y motorización era uno y la carrocería, como traje sastre, se creaba a los gustos y especificaciones del cliente sobre las dimensiones del chasis y radiador, que normalmente era el distintivo del auto y lo que indicaba su origen.
A parte de una mecánica extraordinaria (los Model J de Duesenberg son considerados de lo mejor de la época), el coche es indudablemente merecedor de ganar el premio a la elegancia.
Es un modelo conservador en comparación a muchos de los autos de Figoni o de Figoni y Falaschi posteriormente, que llevaron el art decó y la forma de gota a su máxima expresión en sus carrocerías. Pero hay más que sólo diseño en este auto, hay una historia.
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El auto empezó su vida únicamente como carrocería y fue enviado a un distribuidor de Duesenberg en Francia; Sadovich’s Motors Deluxe en París. Ahí el auto recibió su carrocería deportiva, Sports Torpedo y fue utilizado por el dueño de la distribuidora en el rally París-Niza en 1932.
![El Model J Figoni Sports Torpedo posee una sobria mezcla de clase con modernismo. El Model J Figoni Sports Torpedo posee una sobria mezcla de clase con modernismo.](http://www.laprensa.hn/binrepository/1200x668/0c0/0d0/none/11004/JPMW/best-show-1660154_2337544_20220831161707.jpg)
Pero aún en plena depresión, un Duesenberg era un Duesenberg y había dinero suficiente en manos de unos cuantos para que fuera adquirido. El comprador y primer dueño oficial fue Antonio Chopitea, un heredero de ingenios en Perú.
Por alguna razón la carrocería y el chasis fueron separados estando en los Estados Unidos, y enviado a distintos fabricantes de Duesenberg. En realidad no era una práctica extraña en los treintas.
Dada la forma de construcción de estos vehículos, muchos dueños se aburrían de una carrocería y enviaban el chasis a que se les colocara una nueva configuración, pero en el caso del Duesenberg esto fue en los sesentas.
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Así permaneció este Model J por décadas, hasta que el dueño actual adquirió los dos Duesenberg (el de la carrocería y el chasis) y regresó las cosas a su estado original. Y así ha quedado nuevamente este maravilloso auto; como lo disfrutó aquel heredero peruano en Europa.