Gánale la batalla al ‘síndrome del impostor’

Lo sufren más las mujeres. Estas creen que su éxito es por suerte, que no se lo merecen o que están ocupando el sitio de otro con más méritos.

“Algún día descubrirán que no tengo las habilidades para el puesto”.“No soy tan bueno como ellos creen”. “Me despedirán en cuanto sepan que soy un fraude...”.“No sé nada en comparación de mis compañeros”.

Estas frases y otras similares suelen ser muy frecuentes en las mentes de quienes padecen del síndrome del impostor, un fenómeno que, de acuerdo con especialistas, ha afectado al 70 por ciento de la población del mundo en algún momento.

“Este síndrome es una categoría para definir ciertos comportamientos en donde dudamos muchísimo de nosotros mismos, de nuestras capacidades y nos sentimos impostores en la vida laboral”, afirma el psicoterapeuta José Luis Leal.

“No es un diagnóstico oficial, sino una actitud, un reflejo o un síntoma de los conflictos u otros problemas que tenemos los seres humanos”.

Un impostor es aquella persona que se hace pasar por quien no es, de acuerdo con la Real Academia Española.

Para Leal, el síndrome es una distorsión absoluta de la realidad. “Empieza a haber fantasías de persecución como ‘yo no soy tan bueno en esto’, ‘me van a descubrir’, ‘me van a correr’, ‘alguien más debería estar haciendo este trabajo’”, menciona.

“Hay una serie de devaluaciones al creer que otras personas lo hacen mejor y nos sentimos completamente incompetentes”. El psicoterapeuta explica que quienes sufren este fenómeno son muy competentes, pero son conscientes de sus límites. Así, reconocer que no entenderán ni sabrán todo causa que duden de todas sus habilidades.

“Tendemos a comparar nuestra peor versión de nosotros mismos con la percepción que tenemos de los otros. Usualmente pensamos que son mejores porque conocemos nuestras limitaciones”, expresa. Por su parte, la psicóloga Irma Rickman señala que hay dos factores muy contradictorios entre sí por los que se desarrolla este fenómeno.

“Un factor de vulnerabilidad es crecer con una historia de múltiples logros, que todo te haya salido bien, que todo estuviera siempre en orden, que fueras el favorito del maestro, con primeros lugares de desempeño académico.“

Luego te topas con la vida y te das cuenta que no es tan fácil como la primaria o la escuela en general”. El segundo factor es todo lo contrario: quien padece este síndrome pudo crecer “a la sombra” de un familiar muy destacado, lo que permitía que existieran roles muy rígidos en el hogar.

La especialista comenta que la gente con este síndrome siente una gran angustia ante la posibilidad de ser expuesta como farsante: “Una característica fundamental (del síndrome) es un diálogo interno muy cruel, muy exigente”.

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¿Y QUÉ TIPO ERES?-EL PERFECCIONISTA: Se desanima al considerar que su trabajo no resulta perfecto como le hubiera gustado.
-EL EXPERTO: Nunca es suficiente su conocimiento respecto a un tema.
-EL SUPERHÉROE: Carga con el trabajo y la responsabilidad de los demás.
-EL INDIVIDUALISTA: No pide ayuda a sus compañeros porque teme que lo consideren débil.
Estadística. El 66 por ciento de las mujeres lo tienen, en los hombres es el 56 por ciento”.

¿Una cuestión de género? Las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes entrevistaron a mujeres que eran figuras exitosas y de autoridad en su campo laboral durante la década de los 70.

Todas compartían esa sensación subjetiva de que no eran suficientemente buenas y que sus puestos los ocupaban gracias a factores externos y no por su talento y capacidad, relata Rickman.

Las mujeres suponían que habían obtenido su cargo por suerte, “alineación planetaria” o porque le caían bien al jefe.En la actualidad, dicha sensación continúa en personalidades femeninas, tal como lo han declarado figuras como la escritora Maya Angelou, la ex Primera Dama de Estados Unidos Michelle Obama, la exdirectiva de Meta, Sheryl Sandberg, o la actriz Emma Watson. Todas han admitido sufrir del síndrome del impostor.

Norma Cerros, directora de Womerang, organización que impulsa el empoderamiento femenino en el área de trabajo, considera que el nombre de este fenómeno bien podría sustituirse por “prejuicio de género”.

“Hay un artículo que habla de que en realidad no se trata de un síndrome de la impostora, sino de un prejuicio de género, porque no hablamos de la misma manera del liderazgo en los hombres que en las mujeres y la manera en que se representa”.

Para la activista, la inseguridad que sufren las mujeres con respecto a su capacidad laboral es reflejo de una misoginia interiorizada.

“Las mujeres sí sabemos lo que podemos hacer, sí confiamos en nosotras mismas, sin embargo, es el propio sistema el que nos está cuestionando constantemente, el cual nos dice que tal o cual cosa no es para la mujer”.

Terapia para todos. Ambos expertos, Leal y Rickman, coinciden en que el síndrome del impostor puede ser indicador de una enfermedad mental como la depresión, la ansiedad generalizada o el trastorno de estrés postraumático.

Sean hombres o mujeres, la terapia es la mejor opción para quienes deseen vencer al síndrome del impostor, recomienda Leal.

“Todas las causas conectadas a este síndrome se pueden explorar en terapia: desde el tipo de personalidad, la historia familiar, los momentos claves y críticos del paciente, sus relaciones consigo misma, su concepto de identidad y la validación”, dice.

Aclara que este fenómeno se manifiesta en otras áreas de la vida de la persona afectada, y de diferentes maneras.“(El síndrome) también se puede dar en cualquier actividad que exija un desempeño, puede ser en el área deportiva o artística”, menciona.

“En el ámbito personal sería dudar si uno se siente digno de ser amado, o ser suficiente, ser buen amigo, pareja, o madre”.

Sólo con apoyo profesional y muchas lecturas se puede salir adelante sin la carga de este síndrome que, sin duda, puede opacar el desempeño profesional y personal.

CONSEJO. “Conocerte mejor y ser bondadosa contigo misma y dejar de decirte en el espejo: tengo esta cara que no me gusta, soy fea, no soy capaz. Más que nada es con educación. Decirles a las niñas que todo es posible, es el inicio del cambio”, señala la terapeuta Anne de Montarlot.

¿QUÉ HACER? El psicoterapeuta Luis Leal brinda algunos consejos para ganarle la batalla al sentimiento de ser un fraude:Conoce tus limitaciones.Reconoce que desconocerás sobre muchos temas.No te compares con otras personas.Apóyate en tus grupos de confianza.Enfócate en los logros obtenidos