No todos los amores merecen ser vividos, afirma el
psicoterapeuta Gabriel Rolón en su libro El precio de la pasión.
¿Cuál es el límite? El límite es el sufrimiento y la dignidad. Cuando el otro exige, como precio por su amor, que pagues con tu amor propio ya se ha cruzado un límite.
Cuando te piden que renuncies a toda tu vida por él, que no estudies, que no trabajes, que no te vistas de tal o cual manera, que no pienses de tal o cual manera, que seas sumisa, que no te veas con tu familia, todos esos amores que exigen la renuncia a tu amor propio no valen la pena.
El precio del amor no puede ser eso. El amor tiene un costo, pero un costo que uno esté dispuesto a pagar. Si te está costando la dignidad, eso es irrenunciable. Yo diría que el límite es el sufrimiento y la dignidad. Doler, duelen todos los amores un poco, pero el sufrimiento es cuando ese dolor es permanente. Entonces, si para estar con alguien, el precio que yo pago es el sufrimiento todos los días también me parece que es un precio demasiado alto.
Desidealizar la esperanza. Gabriel Rolón tiene una visión controvertida de la esperanza. Basado en André Comte-Sponville, filósofo francés, autor de La felicidad desesperadamente, propone desidealizarla.
“Por otro lado, es desear sin poder, porque yo no puedo hacer nada para que esa persona me ame. Entonces, tener esperanza es desear sin saber, sin tener y sin poder y ¿quien tiene ganas de estar en una situación en la que está ignorante, impotente y frustrado?”.
“ El que está esperanzado está detenido a la espera de que otro le traiga lo que desea, y el que está deseante se pone en movimiento hacia lo que quiere. Yo como psicoanalista estoy a favor de todo lo que signifique hacerse cargo del propio destino, y es el deseo lo que te permite apropiarte del propio deseo y buscar lo que quieres.
“Suele decirse que si tu deseas mucho algo, lo atraes. Eso es mentira. Cuando deseas algo, no lo atraes, te pones en movimiento hacia lo que deseas y es más probable que lo consigas, no porque lo atrajiste. Trabajaste mucho y te pusiste en movimiento para conseguir lo que querías. Yo entre la esperanza y el deseo no tengo dudas: elijo el deseo que me moviliza”.
Cuando te piden que renuncies a toda tu vida por él, que no estudies, que no trabajes, que no te vistas de tal o cual manera, que no pienses de tal o cual manera, que seas sumisa, que no te veas con tu familia, todos esos amores que exigen la renuncia a tu amor propio no valen la pena.
El precio del amor no puede ser eso. El amor tiene un costo, pero un costo que uno esté dispuesto a pagar. Si te está costando la dignidad, eso es irrenunciable. Yo diría que el límite es el sufrimiento y la dignidad. Doler, duelen todos los amores un poco, pero el sufrimiento es cuando ese dolor es permanente. Entonces, si para estar con alguien, el precio que yo pago es el sufrimiento todos los días también me parece que es un precio demasiado alto.
Desidealizar la esperanza. Gabriel Rolón tiene una visión controvertida de la esperanza. Basado en André Comte-Sponville, filósofo francés, autor de La felicidad desesperadamente, propone desidealizarla.
“Por otro lado, es desear sin poder, porque yo no puedo hacer nada para que esa persona me ame. Entonces, tener esperanza es desear sin saber, sin tener y sin poder y ¿quien tiene ganas de estar en una situación en la que está ignorante, impotente y frustrado?”.
“ El que está esperanzado está detenido a la espera de que otro le traiga lo que desea, y el que está deseante se pone en movimiento hacia lo que quiere. Yo como psicoanalista estoy a favor de todo lo que signifique hacerse cargo del propio destino, y es el deseo lo que te permite apropiarte del propio deseo y buscar lo que quieres.
“Suele decirse que si tu deseas mucho algo, lo atraes. Eso es mentira. Cuando deseas algo, no lo atraes, te pones en movimiento hacia lo que deseas y es más probable que lo consigas, no porque lo atrajiste. Trabajaste mucho y te pusiste en movimiento para conseguir lo que querías. Yo entre la esperanza y el deseo no tengo dudas: elijo el deseo que me moviliza”.