Evite sobreproteger a sus hijos

Hay que dejarles hacer las cosas solos, implicarles en la dinámica de casa, cuidar la comunicación y aunar los criterios entre los padres

  • 29 oct 2015

Madrid, España.

La sobreprotección de los hijos en la que muchas veces caen los padres actuales y sus efectos sobre el desarrollo de los niños es una de las situaciones más comentadas en materia familiar y educativa en nuestros días.

La sobreprotección es perjudicial

La psicóloga, María Jesús Álava, ha analizado mucho el tema de la sobreprotección de los hijos.

La experta afirma que la sobreprotección es algo que tiene consecuencias sobre ellos, porque impide que adquieran una mayor autonomía, les hace desarrollar menos competencias emocionales y les vuelve menos seguros y probablemente más infelices.

También se encontrarán con niños sin recursos, sin habilidades, más vulnerables, impidiendo que aprendan a tolerar las pequeñas frustraciones del día a día y fomentando que carezcan de la motivación y la autodisciplina suficientes para conseguir lo que quieren. Esperarán a que sea el adulto quien siempre les resuelva las situaciones y no desarrollarán sus propias estrategias.

Tres tipos de padres

Álava explicó que existen tres tipos de modelo educativo en los padres. El autoritario, que se caracteriza por una disciplina coercitiva, represiva, con una alta exigencia y escasa comunicación y expresión de afecto. El estilo permisivo, con poca consistencia en las pautas y normas, aunque con alta comunicación y expresión de afecto. Y el equilibrado, que tiene normas claras establecidas según la edad de los niños, con alta comunicación y expresión de afecto y una postura de firmeza en los padres.

Estos estilos educativos inciden en el desarrollo de las competencias emocionales de los niños. Según un estudio de Remedios González Barrón, Ana Ordoñez, Inmaculada Montoya y Carmen Mateu, de la Universidad de Valencia, los niños que percibían a sus padres con un estilo educativo equilibrado fueron los que desarrollaron un nivel más alto en su inteligencia emocional, mientras que el grupo de menor competencia emocional percibe a sus padres con el estilo permisivo. Y una conclusión: para el desarrollo de las competencias emocionales es importante que haya un clima de relaciones familiares de calidad.

María Jesús Álava recomienda a los padres aprovechar con su hijos el tiempo libre del que dispongan especialmente los fines de semana y no centrarse en aquello que no pueden hacer con ellos sino en lo que sí pueden hacer.

También advierte de los efectos perniciosos de satisfacer sus necesidades en exceso: no dejar que se frustren, que sufran, que se queden sin algo que les guste o que luchen por sus objetivos será más perjudicial que beneficioso.

Recomendaciones

1. Permitamos que el niño se enfrente a sus dificultades desde pequeño.

2. Debemos fomentar que aprenda a pensar por sí mismo.

3. Que haga actividades con otros niños en los que los adultos no estén siempre encima.

4. Es importante no darles todo lo que pidan. Estamos pagando, piensa Álava, vivir en una sociedad donde todo se les regala, lo que impide que den valor a las cosas primero y después a las personas.

5. Los niños tienen que tener con sus padres un vínculo que les aporte seguridad y estabilidad. Pero un vínculo sano, no de absoluta dependencia.

Consejos para formar la autonomía

1. Los niños tienen que aprender a valerse por sí mismos, les gusta saber hacer las cosas ellos solos.
Los niños poco autónomos son más inseguros y más infelices, y dependen en todo momento de sus padres, tanto en el plano emocional como para satisfacer sus propias necesidades. Son vulnerables, influenciables y dependientes de su entorno.

2. Es importante que los padres les muestren el valor del esfuerzo, de la constancia y del tesón.
Hay que trasmitirles nuestra confianza, mostrándonos seguros ante sus posibilidades. Que note que sus padres creen en él, para que él crea que lo puede conseguir.

3. Establecer pequeños retos y objetivos que saben que sí pueden conseguir para que cada vez sean más autónomos.

El adulto supervisará la acción del niño y le corregirá, propiciando que utilice el razonamiento. Se trata de educar niños responsables, autodisciplinados, que mantengan la constancia y luchen por conseguir sus objetivos.

4. Deben aprender a jugar solos, aunque en un primer momento los padres pueden dejarle el juego dirigido.

5. Las cosas de los niños, siempre que sean de la misma edad, las tienen que resolver entre ellos, sin que los adultos se metan en medio.

EFE