La relación con los padres forja patrones inconscientes que condicionan nuestro sentido del amor y la elección de pareja, a través de “plantillas emocionales” de la infancia.
Influencia de la infancia en la elección de pareja. Cuando elegimos a una pareja, solemos pensar que esta decisión se basa en gustos, afinidades o incluso en el destino. Sin embargo, los aspectos psicológicos que nos definen como individuos enmarcan estas elecciones sentimentales con raíces que se remontan a la infancia, especialmente a la relación forjada con nuestros padres. Estos vínculos crean patrones inconscientes que dirigen nuestras decisiones amorosas.
Patrones inconscientes. Según la máster en psicología Anjannette Gavarrete, estos patrones “son formas de pensar, sentir y actuar que desarrollamos sin darnos cuenta y que influyen en nuestra vida sin que seamos totalmente conscientes de ellos”. Esto significa que, de manera involuntaria, buscamos relaciones que nos resulten familiares, incluso si estas reabren viejas heridas.
Zona de confort emocional. No es extraño repetir dinámicas disfuncionales con la esperanza de cambiar la historia. “Es como una ‘zona de confort emocional’; incluso si algunos aspectos no son ideales o saludables, sentimos cierta familiaridad y seguridad en lo conocido”, apunta Gavarrete.
Moldeando nuestra percepción del amor. Desde los primeros años, las experiencias con los padres moldean nuestra percepción del mundo y del amor. Por ejemplo, si recibimos cariño y validación, nos sentiremos seguros en los vínculos que forjemos. Pero si el entorno estuvo marcado por el rechazo, es posible que en la adultez carguemos con esas inseguridades.
Atracción de experiencias familiares. “Tendemos a atraer personas o situaciones que reflejan estas experiencias”, enfatiza la experta. Las teorías de la psicología del apego y del desarrollo nos dicen que las experiencias tempranas con nuestros padres influyen en lo que esperamos en una pareja en la edad adulta.
Rompiendo el patrón. Para romper estos patrones, es crucial el reconocimiento y la introspección. Pregúntese cómo reacciona en sus relaciones y evalúe sus expectativas. La comunicación efectiva puede cambiar los ciclos de dependencia o distanciamiento por vínculos saludables.
Estabilidad interior. La estabilidad interior forja vínculos sanos. Trace metas y cree amistades que fortalezcan su identidad. “Creen un ambiente seguro en el hogar donde los niños se sientan escuchados y sepan que sus emociones son válidas”, recomienda Gavarrete.
Amor propio e inteligencia emocional. Trabaje el amor propio y la inteligencia emocional a nivel personal, familiar y como padres. Si considera que sus propios patrones emocionales no fueron sanos en la niñez, busque ayuda y trabaje en ellos para no repetirlos.
La elección de pareja está profundamente influenciada por nuestras experiencias infantiles y la relación con nuestros padres. Reconocer y trabajar en estos patrones puede llevarnos a relaciones más saludables y satisfactorias.