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Francisco Morazán: el símbolo de la Independencia

  • 01 septiembre 2012 /

Recuerda la gesta que los próceres de la patria realizaron para alcanzar la Independencia de Honduras.

    En el mes en que se festeja el 191 aniversario de la Independencia de Centroamérica, es bueno recordar el aporte de los próceres. El 15 de septiembre es una fecha importante en la historia, en donde se recuerda y se rinde homenaje a aquellos hombres valientes que lucharon porque Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica fueran independientes de España.

    Francisco Morazán

    Este prócer, símbolo de la República de Centroamérica, nació en Tegucigalpa el 3 de octubre de 1792. A pesar de carecer de formación militar, fue un excelente estratega; hecho a sí mismo por la defensa que requerían los pueblos centroamericanos. Saltó a la vida pública de la mano de Dionisio de Herrera, de quien fue secretario durante su gobierno. Demostró su talento militar en la defensa del sitio de Comayagua en 1827, y meses más tarde en la batalla de La Trinidad. Fue nombrado jefe de Estado de Honduras, pacificó el país y organizó el “Ejército Aliado Protector de la Ley”. Más tarde fue elegido presidente federal para el período de 1830-1834. Los primeros años los dedicó a hacer efectivos en Centroamérica los valores democráticos.

    Tras su primer período de gobierno, se convocaron nuevas elecciones. Resultó ganador José Cecilio del Valle, que sin embargo murió antes de asumir el cargo; tras una nueva elección Morazán se alzó con el triunfo de nuevo. El pensamiento de Francisco Morazán era similar al de Simón Bolívar, pues creía en una Centroamérica unida, como una sola nación.

    Eso le creó muchos enemigos y hubo dos claros intentos de asesinarlo, por lo que tuvo que luchar contra sus detractores. Finalmente se exilió en Perú y posteriormente en Panamá. Fue apresado en Cartago, Costa Rica, y lo fusilaron el 15 de septiembre de 1842, en el veintiún aniversario de la separación del Reino de Guatemala de la corona española.

    Francisco Morazán, uno de los próceres más importantes del país, fue reconocido como un gran pensador y visionario. Intentó transformar a Centroamérica en una nación grande y progresista. Decretó las reformas liberales, las cuales incluyeron la educación, libertad de prensa y de religión, entre otras.

    Para conmemorar a este héroe nacional, el 3 de octubre -que es la fecha de su nacimiento- se celebra el Día del Soldado.

    ¿Sabías que Morazán antes de morir fusilado le dictó a su hijo Francisco Morazán Moncada, de 15 años de edad, su testamento? Aquí te mostramos parte de ese texto que todo hondureño debe conocer.

    Otra fecha importante que se acerca es el Día de la Independencia, conoce uno de los fragmentos que se escribió de esta acta en Guatemala.

    Y entérate también por qué se celebra el Día de la Raza cada 12 de octubre.

    Testamento de Francisco Morazán

    San José de Costa Rica, 15 de septiembre de 1842

    Día del aniversario de la independencia, cuya integridad he procurado mantener.

    En nombre del Autor del Universo, en cuya religión muero.

    Declaro: que estoy casado y dejo a mi mujer como única albacea.

    Declaro: que todos los intereses que poseía, míos, de mi esposa, los he gastado en dar un gobierno de leyes a Costa Rica, lo mismo que diez y ocho mil pesos y sus réditos, que adeudo al señor general Pedro Bermúdez.

    Declaro: que no he merecido la muerte, porque no he hecho más que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz de la República. De consiguiente mi muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se me ha juzgado, ni oído. Yo no he hecho más que cumplir con las órdenes de la Asamblea, en consecuencia con mis deseos de organizar la República. (…)

    Declaro: que mi amor a Centro Am??rica muere conmigo. Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este país, que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, a que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes de dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra. (…)

    Declaro: que no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro contra mis asesinos, que los perdono y les deseo el mayor bien posible.

    Muero con el sentimiento de haber causado algunos males a mi país, aunque con el justo deseo de procurarle su bien, y este sentimiento se aumenta porque cuando había rectificado mis opiniones en política, en la carrera de la revolución creía hacerle el bien que me había prometido para subsanar de este modo aquellas faltas, se me quita la vida injustamente.

    Quiero que este testamento se imprima en la parte que tiene relación con mi muerte y los negocios públicos.