05/12/2025
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Historias cortas de un país muy grande

  • 19 abril 2015 /

De tanto caminar por nuestra Honduras he ido recolectando imágenes e historias. Algunas de estas historias son muy cortas y otras no tanto. Pero todas son sorprendentes.

Así que un día las sumé y les puse el mismo título que aquel magnífico grupo de amigos que reuní unos 10 o 12 años atrás: “Honduras Indómita”.

Ahora es una exposición fotográfica que recorre Europa desde hace dos años apoyando a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a nuestras embajadas en ese continente.

Permítanme compartirles algunas de estas historias cortas. Historias de un país muy grande.

Durante el período Clásico Tardío, entre los años 600 al 900 D.C., la ciudad maya de Copán llegó a la cúspide de su desarrollo económico y cultural.

En esta época, los señores mayas adornaban las fachadas de sus edificios con esculturas empotradas. Dado su peso y tamaño, estas eran talladas por piezas y unidas como un rompecabezas al momento de ser colocadas.

Además de embellecer, las esculturas eran símbolos de poder que identificaban el edificio como parte del sistema político-religioso del gobernante.

Fue el hogar de los primeros hondureños, el primer registro de la presencia del hombre en el territorio que ahora conocemos como Honduras.

La Cueva de El Gigante se encuentra en las afueras de la ciudad de Marcala, departamento de La Paz. Más que una cueva es en realidad un enorme abrigo rocoso protegido del viento y las lluvias que sirvió de vivienda a numerosos grupos humanos desde hace no menos de 10,000 años. De hecho, este es uno de los registros más antiguos de la presencia del hombre en América.

En el interior del abrigo se han identificado restos de comida, petates, cerámica, puntas de flecha y otros utensilios que han permitido determinar su antigüedad aproximada.

Cada mañana, con la salida del sol, la neblina se condensa en las hojas de los árboles en los bosques nublados. Una a una, pequeñísimas gotas se deslizarán para caer a un suelo esponjoso de hojas secas en descomposición, creando un proceso que los científicos han denominado lluvia horizontal. De gota en gota se formarán finas corrientes de agua limpia que llegarán, tarde o temprano, a las casas de los seres humanos.

Junto con la lluvia vertical (la que siempre vemos), esta es otra forma cómo el agua nace en los bosques nublados del país más accidentado geográficamente de Centroamérica.