Tegucigalpa, Honduras.
La lluvia acentuó el dolor incontrolable que sentían ayer, durante sus sepelios, los familiares y amigos de los cuatro jóvenes que murieron en el accidente automovilístico la noche del miércoles.
Fernando Lazo, Cristhian Aguilar, Otoniel Chávez y Emilio Flores fueron sepultados en diferentes cementerios, pese a que en vida eran inseparables.
Nadie se imaginó que se irían para no volver cuatro queridos amigos que crecieron jugando trompo en las calles de tierra.
A Fernando Lazo lo lloran todos, su madre no puede con el dolor que su alma alberga.
Su padre se muestra sereno pero su corazón está destruido, pues su hijo ahora reposa para siempre. Su pequeña y dulce hermana pide al cielo que todo esto sea un mal sueño, pero lastimosamente no es así, Fernando ya partió.
Emilio Flores, el cariñoso joven, fue despedido por su padre y hermanos con un gran dolor en el pecho.
En el caso de Otoniel Chávez, su familia decidió sepultarlo fuera de la ciudad, en una ceremonia muy íntima.
La lluvia comenzó a caer con fuerza y tres de los cuatro “aleros” ya habían sido enterrados.
Pero la lluvia era lo de menor importancia para los familiares de Cristhian Chávez.
Su sepelio se realizó en medio de una lluvia torrencial.
Ronald Canales, uno de los sobrevivientes llora amargamente la partida de sus amigos, sus lágrimas no se contienen, su grupo ya no está. Así, con un vacío innegable quedan cuatro familias y decenas de amigos y conocidos.
La lluvia acentuó el dolor incontrolable que sentían ayer, durante sus sepelios, los familiares y amigos de los cuatro jóvenes que murieron en el accidente automovilístico la noche del miércoles.
Fernando Lazo, Cristhian Aguilar, Otoniel Chávez y Emilio Flores fueron sepultados en diferentes cementerios, pese a que en vida eran inseparables.
Nadie se imaginó que se irían para no volver cuatro queridos amigos que crecieron jugando trompo en las calles de tierra.
A Fernando Lazo lo lloran todos, su madre no puede con el dolor que su alma alberga.
Su padre se muestra sereno pero su corazón está destruido, pues su hijo ahora reposa para siempre. Su pequeña y dulce hermana pide al cielo que todo esto sea un mal sueño, pero lastimosamente no es así, Fernando ya partió.
Emilio Flores, el cariñoso joven, fue despedido por su padre y hermanos con un gran dolor en el pecho.
En el caso de Otoniel Chávez, su familia decidió sepultarlo fuera de la ciudad, en una ceremonia muy íntima.
La lluvia comenzó a caer con fuerza y tres de los cuatro “aleros” ya habían sido enterrados.
Pero la lluvia era lo de menor importancia para los familiares de Cristhian Chávez.
Su sepelio se realizó en medio de una lluvia torrencial.
Ronald Canales, uno de los sobrevivientes llora amargamente la partida de sus amigos, sus lágrimas no se contienen, su grupo ya no está. Así, con un vacío innegable quedan cuatro familias y decenas de amigos y conocidos.
