El dolor y el luto se apoderaron de los pobladores de la aldea La Unión de este municipio. Los vecinos aún se resisten a aceptar que Juan de la Paz Castro Rodríguez (45), su vecino de toda la vida, le haya quitado la vida a su esposa Hernestina Corea (46), a quien había unido su vida hace 22 años y con la que procreó nueve hijos.
Mañana se cumple una semana de la tragedia que cambió drásticamente la vida de un pueblo, pero de una familia en particular.
El pasado miércoles, el reloj marcaba las 7:00 pm, cuando Castro Rodríguez entraba a la iglesia evangélica Filadelfia, adonde su esposa se encontraba de rodillas en oración.
La idea que desde hacía dos años no lo dejaba en paz se había apoderado de él -creía que su esposa le era infiel porque esta no le mostraba los mensajitos que recibía en su celular-.
Dominado por aquel pensamiento y empuñando el arma -que le había arrebatado a un vendedor de lotería- se dirigió a su esposa y le quitó la vida, ante la mirada incrédula y gritos de horror de los feligreses.
En el piso de las iglesia aún permanecen las grietas que dejaron los cinco disparos con que el hombre le quitó la vida a su esposa
“Le dije que la amaba y después le disparé en la cabeza cuando ella estaba orando en la iglesia; pero ahora me arrepiento”, confesó Castro Rodríguez mientras era atendido en el hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula, adonde fue enviado, luego que intentara quitarse la vida.
Tragedia familiar
Los hijos de la pareja están devastados y no logran asimilar que su propio padre sea el asesino de su madre.
Son nueve hijos de 23, 21, 18, 17, 15, 14, 12, 9 y 6 años los frutos del amor del matrimonio Castro Corea. “Ellos eran una familia muy querida, nunca se les vio en pleitos, por eso no podemos entender cómo pasó esto tan horrible”, expresó una vecina de la aldea La Unión.
En la vivienda que construyeran sus padres se encontraba José Castro Corea (23), el primogénito de la pareja, quien en medio del dolor accedió a hablar con LA PRENSA sobre la tragedia.
“Mis hermanos y yo tenemos el corazón dividido, por una parte la muerte de mi madre y ahora mi padre también esta interno, grave porque el veneno con que intentó suicidarse lo está consumiendo por dentro”, relató el joven con su voz entrecortada por el llanto. “Ninguno de mis hermanos, ni yo, culpamos a nuestro padre, porque él amaba a nuestra madre, nosotros no presentaremos ninguna acusación en su contra, tampoco queremos que se muera”, agregó el joven. Castro Corea asegura que su padre nunca fue una persona violenta, sino más bien un padre ejemplar entregado a su esposa y a sus hijos. “Tenían sus problemas como toda la gente, pero al ratito los solucionaban y volvían a estar bien”, afirmó.
“Mi papá amaba a mi mamá, hasta se quedaba sin comer él por llevarle algo para que ella comiera, él le cocinaba y le ayudaba a ordenar la casa”, recalcó el primogénito de la pareja. Recordó que se enteró de la tragedia por medio de una llamada telefónica, debido a que él se encontraba trabajando en San Pedro Sula, adonde reside desde hace dos años. “Pensé que era una broma, pero un amigo me trajo la misma noche y me vine a encontrar a mi mamá muerta y a mi papá en el hospital; mi vida se derrumbó, pero tuve que agarrar fuerzas para apoyar a mis hermanos en estos momentos tan difíciles”, expresó.
Castro Corea asegura que al pensar en su padre no lo relaciona con un asesino. “Mi papá es un hombre que me enseñó a trabajar desde que era un niño en las fincas de palma africana, él me apoyó para que yo estudiara y me graduara en mecánica automotriz; por eso yo estaba ahorrando para comprarles un terreno para que ellos vivieran tranquilos”, dijo entre lágrimas.
Los cinco hijos menores de edad de la pareja permanecen bajo el cuidado de los familiares de la infortunada mujer, quienes aceptan que Castro Rodríguez era un buen hombre; pero también piden justicia y que le sea aplicado todo el peso de la ley.
“Ese día de la tragedia los vi desayunar juntos y platicar alegremente, nada indicaba que ese día mi cuñado iba a matar a mi hermana”, contó Miriam Castro, hermana de la víctima.
Los tres hijos de la pareja por ahora solo rezan para que su padre se salve de la muerte.
“Acabamos de enterrar a mi madre y ahora mi padre también está a punto de morir; los médicos nos dijeron que el veneno ya le había llegado a los pulmones y al hígado, mi papá ya no habla y tampoco puede caminar, le pido a Dios que se salve”, dijo Castro Corea.
Estado de salud
Castro Rodríguez permanece interno bajo custodia policial en Hospital de área en Tela. Presenta lesiones internas a causa del veneno que ingirió y heridas de machete en el cuello, debido a que tras ultimar a su esposa se intentó quitar la vida.
El pasado jueves fue trasladado al Mario Rivas, adonde permaneció en observación hasta el viernes y nuevamente fue remitido hasta su ciudad de origen.
Cuando Castro Rodríguez era llevado en una patrulla hasta el hospital de Tela, en un descuido de los agentes policiales saltó del vehículo que era conducido a alta velocidad y cayo de el pavimento. Sufrió una fractura de su pierna y varias lesiones en el cuerpo que lo tienen imposibilitado para caminar.
“Si mi mujer estuviera viva, la trataría de la mejor manera. Yo la amaba. Los celos me cegaron”, fueron las últimas palabras que expresó el homicida cuando fue entrevistado por reporteros de este medio de comunicación. Él ha perdido el habla y todos los días es visitado por sus hijos.