En permanente toque de queda y con miedo por las acciones de la banda de los Solís vivieron durante 15 años los pobladores del municipio de Jocón, en el departamento de Yoro. El miedo se percibe en los rostros de los pobladores y el silencio ha sido el arma para protegerse. No les ha sido fácil soportar la zozobra que este grupo criminal, sindicado por la Policía, imprimió en este poblado de ocho mil habitantes, adonde muchas familias prefirieron emigrar y huir del sometimiento.
LA PRENSA hizo un recorrido en Jocón, adonde la semana pasada las autoridades policiales apresaron a seis personas que integran la banda criminal, y que según las unidades de investigación lidera el alcalde Santos Gabriel Elvir Arteaga, ahora prófugo de la justicia. La competencia política, las rencillas por el negocio de la madera y las denuncias de corrupción en la Municipalidad originaron amenazas y luto, según un informe elaborado por los investigadores policiales que durante dos meses le siguieron la pista a la banda.
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Son alrededor de 40 asesinatos que aseguran cometieron los sicarios al servicio del alcalde; de estos, la Policía informó que solo cinco de los casos han sido judicializados, el resto está en investigación.
“Al alcalde se le vincula a un sinnúmero de muertes que se ejecutaron en distintos años. Se investiga su participación en el asesinato del alcalde Nelson Portillo, quien fue acribillado cuando andaba en campaña política en 2009. Los investigadores establecen si el crimen fue ejecutado por los mismos integrantes de esta banda”, informó Eli Merlo, jefe departamental de la Policía en Yoro. Además se le atribuye la muerte del regidor nacionalista Wilmer Geovani Puerto Fúnez y sus acompañantes.
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El llegar a ser alcalde cambió a Santos Gabriel Elvir Arteaga, comentan pobladores de Jocón. |
El grupo criminal integrado por los hermanos Solís se organizó, según las investigaciones policiales, en el año 2000. Aseguran que el alcalde Elvir vio la oportunidad de aliarse con los criminales y de esta manera controlar el territorio.
“La banda estaba dirigida por los Solís, pero ahora únicamente existen dos de ellos. Cuando el alcalde obtuvo una buena posición económica, él tomó el control y utilizó a este grupo no solo como seguridad personal, sino también como sicarios a su servicio”, explicó un investigador policial.
Pese al sinnúmero de asesinatos que a la vista y paciencia de los pobladores la banda cometía en el municipio, nadie se atrevía a denunciar, los dominaba el miedo.
Son varias muertes las que según los pobladores se ejecutaron en 15 años a plena luz del día, donde madres, niños y hombres honrados fueron víctimas de los sicarios.
“Es doloroso lo que hemos vivido, hoy rompemos el silencio porque estamos cansados, sometidos, sin autoridad que nos defienda.
Ojalá que estas acciones que hoy las autoridades ejecutan nos devuelvan la paz, la tranquilidad, no queremos tener miedo”, dijo una vecina a LA PRENSA que por seguridad pidió el anonimato.
La Fiscalía solicitó la exhumación de cinco de las víctimas que habría ultimado la banda.
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Desde que la banda de los Solís tomó el control en Jocón, todo cambió en el municipio. Incluso los vecinos aseguran que debieron cambiar los horarios para ir a trabajar y regresar a sus casas. “Si antes nos levantábamos a las cinco de la mañana para ir a ordeñar, salíamos de las casas a las siete y media. Hasta eso nos cambiaron, las horas de salida y de regreso, la banda no amagaba, el que no cumplía sus órdenes, se moría”, dijo el poblador.
La sed de control y poder desplazó a muchas familias luchadoras de la zona, otras porque asesinaron a uno de sus parientes y ante el miedo dejaron botadas sus casas. “El toque de queda lo aplicó el alcalde para tener vigilada la zona y que nadie transitara por la calle, únicamente ellos. El alcalde temía por el regreso de sus enemigos y que estos llegaran a vengarse”, dijo un investigador. La tranquilidad, aseguran los vecinos de Jocón, la tendrán cuando las autoridades capturen al alcalde y al resto de la banda. Mientras siguen con miedo y esperando que la Policía y el Ejército no los dejen solos y los vigilen, porque temen que la banda vuelva a acecharlos.
Las autoridades buscan por todos los rincones de Yoro para dar con el paradero del alcalde de Jocón.
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