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Stéphanie de Lannoy, duquesa antes que todo

  • Actualizado: 12 diciembre 2016 /

La princesa enfrenta la presión de dar a luz pronto.

Luxemburgo

Stéphanie de Lannoy no se viste, se tapa, es la antítesis de las princesas y reinas top model que tanto éxito acumulan en Europa.

A sus 32 años y siendo esposa de Guillermo, futuro Gran Duque de Luxemburgo, la joven está en el centro de la controversia porque no ha podido dar un heredero al ducado a pesar de tener cuatro años de matrimonio.

En entrevista a dos publicaciones europeas ha dejado claro que “estoy muy contenta disfrutando de los momentos que paso con mi marido, y no tengo plan de ser madre aún”.

Pero ahora, con el reciente nacimiento del príncipe Liam Henri Hartmut de Nassau, segundo hijo de Félix de Luxemburgo y Claire Lademacher, han vuelto a poner en apuros Stéphanie y Guillermo, quienes se casaron mucho antes.

Respaldo
La prensa de Luxemburgo defiende que la princesa resultó engañada por los directores de la firma.

Medida

El ducado ha incrementado, para apaciguar los rumores, las actividades oficiales de la próxima duquesa que hasta el momento eran discretas.

Ha acompañado al príncipe Guillermo en visitas y actividades oficiales, pero ha ido adentrándose en su nuevo papel con lentitud: “No se puede aprender a ser princesa. Es algo que debe surgir del corazón”, reveló.

Foto: La Prensa

Stéphanie Marie Claudine Christine de Lannoy.

De origen aristocrático, Stephanie ha confesado que en su hogar “me enseñaron a asumir responsabilidades. Siempre tomaron parte activa en la vida de la comunidad local, mi padre como presidente, mi madre promovió una biblioteca para el pueblo”. Y, claro, también habló sobre su marido, el primogénito de los Grandes duques Enrique y María Teresa: “Guillermo es muy atento conmigo, siempre escucha lo que digo y sé que me va a entender muy bien. Él encuentra fácilmente un lenguaje común con los demás. A los dos nos gusta mucho la música. Me siento muy afortunada por haberme casado con él”.

Insólito
Los últimos sucesos son demasiado alboroto para una mujer plácida, recatada, que en la fotos de familia posa con una discreción casi monjil.

Más problemas

Este 2016 no ha sido del todo bueno para Stéphanie. La empresa Kepha Invest, donde trabajaba antes de casarse, fue acusada de diseñar una estafa piramidal que, según el diario belga La Dernière Heure, había defraudado sólo en Bélgica a 283 inversores por un total de 34.6 millones.

En un comunicado, el ducado dijo que “la princesa Stephanie era una simple empleada de Kepha Invest y durante la duración de su contrato, su alteza real no estaba al tanto de las actividades ilegales que han sido llevadas a cabo por la compañía”.

Hasta el momento, la joven que se crió en un castillo ha mantenido una imagen recatada y pulcra y después de cuatro años como princesa, aún busca averiguar las claves para el desempeño de ese papel.