Mario Vargas Llosa envidia a ingleses, franceses e italianos por esa relación “estrecha y viva” que mantienen con sus autores clásicos, algo que, lamenta, no ocurre entre quienes hablan español. De ahí que anime a la lectura de los “nuestros”, más necesaria que nunca “en tiempos de crisis”.
“Los clásicos -entiende el Nobel de Literatura- nos ayudan a comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nos hacen más creativos y ayudan a prepararnos para los desafíos de la vida”.
Preguntado por el futuro del libro y de ese “gran motor del progreso humano” que es, en su opinión, la literatura, Vargas Llosa advirtió de la “incertidumbre” del momento que vivimos, de ahí que no descarte la desaparición de los libros “y nuestro mundo se llene de sombras”.
De visita
Vargas Llosa reflexionaba así en en la CaixaForum, en la presentación de tres nuevos títulos de la colección Biblioteca Clásica de la Real Academia Española: La Lozana andaluza (Francisco Delicado), Guzmán de Alfarache (Mateo Alemán), y el Lazarillo de Tormes.