29/04/2024
12:34 AM

'Lucharé contra el cáncer hasta el último suspiro de mi vida”

Danamey Gómez, con siete años luchando contra la enfermedad, es ejemplo de perseverancia.

    Sus manos han tomado un color negro debido al medicamento que ingiere y tiene moretones en varias partes de su cuerpo. Cada año el cabello se le desprende por las quimioterapias y una peluca suplanta su ausencia.

    A través de su mirada se asoma la angustia y el desconcierto de vivir cada día como el último. Danamey Gómez, lleva siete años luchando contra el cáncer de mama, y pese a su dura realidad se ha convertido en un ejemplo de perseverancia para muchas mujeres, pues es la presidenta de fundalcancer una asociación del hospital Leonardo Martínez dedicada a ayudar a mujeres que padecen la enfermedad.

    Su característica sonrisa, desaparece, al recordar los tristes episodios que ha vivido en cada recaída. Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas y con mucha dificultad recupera la serenidad.

    “No puedo mentir, desde que me dijeron que tenía cáncer no ha pasado un solo día sin que no haya llorado y pedido a Dios fuerza para seguir viviendo”.

    La mujer de 45 años, tuvo que escuchar de tres distintos médicos el diagnóstico, pues no aceptaba que tenía cáncer.

    “Estaba como dormida, me decían que tenía cáncer de mama pero no lo creía. Es algo muy fuerte, que no solo abate al enfermo sino a su familia. Cuando entendí lo que pasaba fui a la catedral, me puse de rodillas frente a la Virgen María, estuve ahí durante 20 minutos no encontraba consuelo”, dijo con voz entrecortada.

    Contó que antes de esa fatídica noticia nunca se había hecho una mamografía pues su trabajo como abogada combinado con los quehaceres como madre y esposa le demandaban mucho tiempo.

    Hoy, se aferra a su fe para seguir viviendo pues su enfermedad está en etapa cuatro, una de las más avanzadas. Todas las mañanas se levanta y ora frente a la imagen de la Virgen María, de la cual es devota. Desde el 2006, año en que fue diagnosticada, se ha sometido a más de 50 radiaciones y a 35 quimioterapias.

    “Sigo puntual mi tratamiento. Como madre es difícil dejar a mis hijos solos, y por eso lucho para salir adelante. Mis hijos no habían salido de la escuela cuando me enteré que tenía cáncer y mi mayor temor era no poder verlos crecer, pero Dios me ha regalado la dicha de verlos graduarse de la escuela y colegio”.

    Según el diagnóstico médico en junio del 2011, cuando tuvo su última recaída, solo le quedaba un año más de vida. La enfermedad se expandió hasta los pulmones, vértebra, hígado y abdomen.

    “Estuve muy mal, en ese momento el cáncer se me expandió y dañó otras partes de mi cuerpo, me pusieron sondas y no podía hablar solo escuchar.

    Fue difícil, permanecí mes y medio postrada en la cama de un hospital, mis familiares llegaban y se despedían de mi, pues los doctores dijeron que de esa no salía. Tuve miedo, pero al escuchar a mis hijos decirme al oído que resistiera, me encomendé a Dios y le rogué por mi vida”.

    Hoy nuevamente a retomado su quehaceres en la fundación y en su hogar. Aunque la sombra de la muerte la acecha, no deja de darle gracias a Dios por el tiempo que le ha permitido estar junto a sus seres amados y por el apoyo que le brinda su familia.

    “En un inicio fue complicado poder decirles que tenía cáncer; pero ellos han vivido mi enfermedad y han luchado conmigo”.

    Las secuelas del cáncer están a la vista, pues sus dos pechos fueron amputados hace varios años, porque el mal se expandió.

    Con una mezcla de humor y resignación cuenta: “Lo primero que la gente me ve es que no tengo senos ni pelo, pero he aprendido a manejar esos señalamientos”.

    Dijo que extraña su trabajo en el juzgado, y aun recuerda con cariño el último día que estuvo ahí. “Tuve que abandonar mi profesión, porque necesitaba tiempo para los tratamientos, pero extraño esos días”.

    La nostalgia nuevamente la invade, al contar que su padre murió en el 2007, “ese fue uno de los procesos más duros que he tenido que pasar, todavía recuerdo cuando él se enteró de mi enfermedad: me dijo que él hubiese dado la vida por mi si fuera necesario”.

    Su esposo y sus dos hijos han sido el soporte para seguir adelante. Danamey, confesó que ha escrito cartas para sus seres queridos, las cuales serán entregadas el día que Dios decida recoger su alma y su cuerpo. “Ellos no saben, esta es la primera vez que lo habló. A veces me levantó en las noches y veo al cielo y le pido al Señor y a la Virgen más tiempo”.

    Su mayor propósito es ser un consuelo y una mano amiga para aquellas mujeres que están pasando por este difícil proceso.

    “Mi testimonio ha servido de mucho a aquellas personas que creen que no podrán con la enfermedad, yo soy un ejemplo de que esta enfermedad se enfrenta con actitud y con fe”.
    Expresó que combatirá el cáncer hasta que llegue su último suspiro.

    “No me dejaré vencer jamás, yo confío firmemente en Dios que todo será a su tiempo”.

    Ver más sobre Honduras