El ingeniero Roberto Salvador Larios Silva gobernó San Pedro Sula en dos períodos con visión y sin miedo al costo político que sus decisiones pudieran tener.
El próximo mes cumpliría 83 años, pero la muerte lo sorprendió mientras dormía, dejando luto en la sociedad sampedrana.
El exalcalde fue una persona de conversación amena, crítico cuando tenía que serlo, amante de su familia, empresario; pero sobre todo un ser humano excepcional.
Conocer su historia de primera mano fue un privilegio por su visión, su conocimiento y experiencia.
Cuando tenía 32 años se convirtió en alcalde de San Pedro Sula por primera vez, cuando el general Juan Alberto Melgar Castro le entregó el nombramiento para el período 1976-1978. De partidos políticos diferentes, pero Melgar Castro consideró que SPS era una ciudad liberal y debería ser gobernada por alguien de esa filiación política, y el escogido fue Larios Silva. Ya tenía un año de experiencia como regidor en 1975.
Le permitieron escoger su corporación y lo hizo con personas de la talla de José Francisco Saybe, Mirta Torres de Mejía, César Salgado, Roberto López, Héctor Barleta, Ángel Santos y Carlos Villars. Tenía un grupo de consejeros; entre ellos, Omar Abufele, Max Furst, Enrique Rivera, el doctor Mario Catarino Rivas, Lyli Ayestas, Marco Tulio Ruiz, Raúl Menjívar y Edwin Rosenthal, todos brillantes profesionales. Bajo su mandato, una firma brasileña elaboró el primer plan de desarrollo urbano de San Pedro Sula, que estuvo vigente hasta que se hizo el actual en 2017. Se sentía orgulloso de ese plan maestro.
Ese período le duró dos años y en su segundo mandato 1998-2002 ganó las elecciones, siendo el candidato del Partido Liberal.
En esta administración y acompañado por su Corporación Municipal tomó importantes decisiones. Se inclinó por el concesionamiento de los servicios públicos, como el agua y la basura. Eso le costó críticas, pero siempre dijo que gracias a la concesión de agua San Pedro Sula no sufría por falta del líquido como otras ciudades, y en el caso de la basura él dejó todo correcto; pero en el camino la historia fue otra. El proyecto de Paz y Convivencia para recuperar espacios públicos y alejar a la juventud del mal camino fue otra de sus banderas.
Su gran frustración fue el proyecto Vida Nueva, terrenos que fueron comprados para reubicar a las familias de los bordos, pero no lo logró. Los cinturones de miseria era una de sus preocupaciones, igual que la falta de voluntad para tratar las aguas residuales en la Capital Industrial.
Su sueño fue siempre el concesionamiento de vías y construir puentes e intercambiadores, teniendo como fuente de pago los peajes; pero los cuatro años de su mandato no fueron suficientes.
Cuando dejó la alcaldía y la política se dedicó de lleno a su empresa Industrias Metálicas S.A. (Inmsa), que fundó en 1973. Fue pionero en el área de las Estructuras Metálicas y diversificó en el área de construcción de proyectos industriales obras civiles. Además, presidió muchas empresas.
En su vida privada, el exalcalde Roberto Larios Silva fue un eterno enamorado de su esposa Elenita de Larios. La conoció en Tegucigalpa y formaron un hogar cristiano y ejemplar. De ese amor nacieron Patricia Elena, Verónica Guadalupe, Ana Lucía, María Alicia y Roberto Octavio Larios Durón.
Más allá de esas facetas, Larios Silva también le apostó a la cultura y en su segunda administración se remodeló el parque central de San Pedro Sula, de la mano de arquitecto Roberto Elvir, y se construyó el Museo El Pequeño Sula. El exalcalde siempre dijo que se entregó a SPS trabajando 24 horas y nunca se arrepintió, siempre sintió orgullo por lo que hizo.