A un mes de conmemorar el 487 aniversario de la fundación de San Pedro Sula, los recuerdos de cómo era la vida en la Capital Industrial hace más de un siglo han comenzado a generar nostalgia en los sampedranos.
En la actualidad, con el ajetreo diario y el congestionamiento vehicular en horas de la tarde, parece imposible imaginar que hace poco más de cien años, apenas existían 11 vehículos en la ciudad.
De acuerdo con el libro “Memorias de un sampedrano” de Gonzalo Luque, cuyo ejemplar conserva el Archivo Histórico Municipal, “el primer carro que vino a San Pedro Sula lo trajo Míster W. F. Coleman”, y aunque no especifica el año, se sabe que Luque nació en 1905 y sus memorias comienzan en 1909.
El segundo fue un Ford que introdujo el estadounidense John LeBlanc, que tenía como garaje el patio de la familia Maradiaga en la calle del comercio.
El tercero lo trajo don Esteban Reneau de Belice, “este carro era un Schalmer para uso personal de la familia”.
Después don Domingo Galván trajo otro Ford para servicio público y su primer motorista fue don Carlos Pagán.
Luque relata que cuando fueron matriculados por la municipalidad, la matrícula número uno le correspondió al Schalmer de don Esteban y la dos al Ford de don Domingo Galván, mientras que LeBlanc ya se había ido de la ciudad.
Cuenta también que debido a que el negocio de los paseos en auto era bueno, don Domingo trajo dos Ford más, ya que “para conseguir una hora de carro para paseo el domingo había que encargarlo desde el jueves anterior”.
Los números de matrícula 3 y 4 les correspondieron justo a esos dos vehículos que trajo Galván. Después, Juana Cálix trajo un Ford de segunda mano, que fue el primero en tener pito por medio del tubo de escape y lo manejaba su hermano Emilio Cálix.
Luego el Dr. J. S. Duffie se hizo de un vehículo en la agencia Ford, mientras que el séptimo automóvil le correspondió al licenciado de origen guatemalteco, Baudilio Palma.
El octavo fue un Cupé Ford de don Guillermo Coleman y la placa número nueve fue del primer camión que hubo en la ciudad, propiedad de don Enrique Bahr.
La placa número 10 le perteneció a un señor de apellido Schmidt, que introdujo el primer vehículo para 7 pasajeros, marca Hudson Super Six y que luego vendió al coronel Simón Aguilar.
Y finalmente, el número once fue otro automóvil Ford que trajeron los hermanos Carlos y José Pagán. El capítulo finaliza narrando que después de eso vinieron muchas marcas nuevas de carros y camiones a la ciudad.
