Niños con rostros desfigurados, manos amputadas y cuerpos quemados por la inadecuada manipulación de pólvora no debe esta época navideña ser noticia.
Existe una ordenanza municipal en la ciudad que prohíbe la venta de los cohetes, y las autoridades tienen en la mira a los vendedores que se las ingenian para comercializar el producto.
Desde el 1 de noviembre hasta la fecha se han decomisado más de 400 mil lempiras en pólvora en 45 operativos.
“Detectamos que los vendedores comienzan meses antes a ingresar el producto elaborado a base de pólvora, por eso estamos haciendo operativos en los peajes y bodegas”, declaró Diego Rivera, jefe de operaciones de la Policía Municipal.
Rivera anunció que en los próximos días, en el crematorio, serán destruidos los artefactos que fueron incautados.
“Las personas que traían el producto serán sancionadas, la multa es de 10,000 lempiras. Los casos ya están en proceso en el Juzgado Municipal”.
Lamentó que cada vez los explosivos son más potentes, capaces de cercenar por completo un miembro o incluso quitar la vida.
Campaña “Cero pólvora”
Diversas instituciones y hospitales emprenden campañas destinadas a despertar la conciencia de los padres para evitar que los niños tengan contacto con los explosivos.
Este año el hospital Ruth Paz
ha pedido a la población Cero pólvora y cero niños en la cocina, informó Irma Cano, gerente del centro. Hasta el momento no se han presentado casos de lesiones por cohetes; pero la cifra de niños que sufren accidentes caseros va en aumento acelerado tanto en este centro como en el Mario Rivas.
“En esta temporada de fiestas la gente está afanada cocinando tamales, haciendo pavo y preparando otros tipos de platillos y se olvidan de los niños. La mayoría de los pacientes que nosotros tenemos son niños menores de cinco años, con quemaduras por accidentes en casa”, declaró.
Un 77% de los niños que llegan al Ruth Paz tienen quemaduras del 14% en su cuerpo. El 60% reside en la ciudad y el otro porcentaje procede del interior del país.
Guillermo Siercke, cirujano plástico y jefe de la unidad de quemados de ese centro, aseguró que están preparados para cualquier eventualidad en esta época. “Tenemos personal listo en caso de necesitar y se ha adecuado más espacio para hospitalizaciones”.
Cada pequeño le cuesta al hospital arriba de los 30 mil lempiras.
Por otra parte, están las secuelas emocionales que genera este tipo de lesiones.
“En los niños grandes que sufren quemaduras hay un estrés postraumático, por eso es necesario que acudan a terapia junto con sus padres. En ellos hay cambios de conducta, depresiones, entre otros”, contó Mónica Bueso, psicóloga del centro.