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Máquinas de azar se apoderan de San Pedro Sula

  • 16 febrero 2020 /

Unas 5,000 tragamonedas funcionan en San Pedro Sula y alrededores.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Unas 5,000 máquinas de juegos de azar, llamadas también tragamonedas, llegaron a los barrios y colonias más populosos de San Pedro Sula en los últimos dos años y ahora están esquilmando diariamente el poco dinero de cientos de familias pobres.

    Menores de edad, estudiantes y amas de casa, llevados por la falsa ilusión de ganar dinero, asisten habitualmente a pulperías, casas particulares y otros negocios que tienen instaladas máquinas tragamonedas en los barrios Guamilito, Medina, Barandillas, Cabañas, Las Palmas y otras colonias de la Capital Industrial de Honduras, también de El Progreso y Villanueva.

    Multa
    El artículo 6 de la Ley de Casinos, Juegos de Envite o Azar prohíbe a los negocios que poseen máquinas tragamonedas u otras accionadas de forma electrónica que admitan como jugadores a personas nacionales o extranjeras menores de 21 años de edad. Además, dice que los beneficiarios de una licencia para operar casinos de juegos de envite o azar, deberán pagar al fisco en concepto de impuesto una suma anual de L700,000.

    Más que quitarles el dinero, estas máquinas están creando un problema masivo de salud mental en los sampedranos. Están causando una adicción de igual gravedad que el consumo de drogas.

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    Están diseminadas en los barrios y colonias más populosos de San Pedro Sula y otras ciudades cercanas, como El Progreso, Yoro.

    La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la ludopatía es un trastorno que obliga a la persona a recurrir al juego de apuestas en perjuicio de su economía, valores, obligaciones sociales y familiares.

    Con esa desmedida cantidad de máquinas, San Pedro Sula y ciudades aledañas se han transformado en un casino gigante que percibe alrededor de L900 millones al año (más de $36 millones), considerando que cada una capta L500 al día. Sin embargo, un solo jugador deja entre L200 y L300 en un promedio de una hora.

    “Hoy le metí L150, pero no gané nada. Hice varias jugadas y me fue mal. Hay días que sí he ganado hasta L300”, dijo Ondina Benítez, madre soltera, de 41 años.

    L25,000
    impuesto anterior antes de 2014 tenían que pagar esta cantidad anual.

    Benítez, quien vive en la colonia La Aurora, asiste unas cuatro veces a la semana a jugar en la máquina Party Fruits que está instalada en una pulpería ubicada a tres cuadras de su casa.

    Cada máquina cuesta aproximadamente L110,000 y capta al año entre L182,000 y L350,000.

    Cuando ella llega, el propietario de la pulpería, por cada L5.00, le entrega una moneda que deposita en la máquina para lanzarse a la suerte del “juego de frutas que es más fácil”, dijo.

    A la semana, en promedio, Benítez, quien es ama de casa y se dedica a “lavar ropa ajena”, gasta alrededor de L1,000.

    Ayer, según ella, no la acompañó la fortuna. Llegó con dinero y regresó a su hogar con las manos vacías.

    En Cabañas, Manuel Estévez y su amigo Mauricio, de 16 y 17 años, respectivamente, visitan todos los días una pulpería para jugar en la máquina de Star Ball en la cual los jugadores deben meter bolas en varios depósitos.

    “A veces ganamos. Hoy le hemos metido más de L100 y no hemos ganado. Nos sirve porque nos entretenemos, aunque uno se envicia”, dijo ayer domingo Mauricio, mientras intentaba meter una bola.

    L5,000
    Impuesto por máquina esta es la cantidad que deben pagar desde 2014.

    Debido a que el grueso de ludópatas se encuentra en los barrios populosos, los dueños de las máquinas, la mayoría asiáticos, han establecido una relación comercial con propietarios de pulperías en la cual ambas partes obtienen una ganancia.

    “Nosotros permitimos que las coloquen enfrente del negocio. La gente viene a jugar, se bebe un fresquito, y los dueños de las máquinas mandan a sus empleados varias veces a la semana a sacar las monedas. Las contamos y yo les doy el dinero que recojo durante la semana. A mí me dejan una comisión”, dijo Daniel Domínguez, propietario de una pulpería del barrio Medina.

    Impuestos
    La Ley de Equilibrio Financiero y la Protección Social establece un impuesto anual sobre la operación o uso de cada máquina tragamonedas u otro tipo de máquinas electrónicas accionadas por monedas por la Ley de Casinos de Juegos de Envite o Azar, por la Ley de Policía y Convivencia Social o aquellas que sean autorizadas por las municipalidades.

    Para evitar robos y destrucción, los propietarios de las máquinas les colocan cadenas y candados. También las mantienen vigiladas con cámaras. De esta forma también descubren si algún jugador recurre a otras técnicas “para hacer trampa”.

    Cada una de estas máquinas tiene un valor de $4,500 (unos L110,000) y toda la red supera una inversión de L500 millones. En algunas de ellas, los dueños han colocado copia del permiso de operaciones (según reza el papel) extendido por la Municipalidad de San Pedro Sula por el pago de L300 al mes.

    El dueño de las máquinas le concede una comisión al dueño de la pulpería por mantenerla disponible al público.

    A diferencia de los casinos formales, que pemiten solo el ingreso de mayores de edad, estas máquinas de juego de azar, colocadas al aire libre, atrapan en la adicción a cientos de niños y jóvenes.

    En Honduras, el negocio de las máquinas tragamonedas u otras electrónicas accionadas por monedas o mecanismos similares está regido por la Ley de Casinos, Juegos de Envite o Azar.

    Según el artículo 6 de esta ley, “la finalidad de los casinos de juegos de envite o azar, es la promoción del turismo extranjero, por lo tanto queda terminantemente prohibido admitir como jugadores a quienes no acrediten, mediante la presentación del pasaporte, su condición de extranjeros”.