17/04/2024
04:37 PM

Honduras, 'paraíso' del maltrato animal

Heroicos rescatistas hondureños libran una batalla, en amplia desventaja, contra maltratadores de la vida animal y sueñan con el cese de la impunidad.

San Pedro Sula, Honduras.

Al pactar nuestra visita al refugio Amor y Abrigo, en la colonia Valle de Sula, de San Pedro Sula, Geissel Oseguera, fundadora, en 2012, de esta organización, afablemente, agradeció que optásemos por acudir a ellos. El tono de su voz no escondía su emoción porque sus consentidos, como comprobaríamos horas después, de Amor y Abrigo, fuesen vistos.

Añadió que se encargaría de preparar las instalaciones para recibirnos. Su disposición, a través de una breve llamada telefónica, fue el preludio de lo que descubriríamos frente a frente: una mujer de proezas e inagotable amor por los animales.

Foto: La Prensa

Geissel Oseguera, fundadora Amor y Abrigo
A las 10:40 am., 20 minutos antes de nuestra hora acordada, asegurábamos llegar al sitio guiándonos por los ladridos. Allí, Geissel y su madre, Marta Guzmán, nos recibían mientras algunas patas caninas escoltaban nuestros pasos.

De inmediato, el intrépido productor Zamir Montealbán se abría paso entre la reja y registraba, en imágenes, los rincones de Amor y Abrigo. Adentro, hembras y machos, alborozados y vigilantes, lo recibían y alternaban para ofrecerle, al menos, un coletazo como muestra de cariño.

“Nunca pelean”, describe Marta Guzmán, mientras observábamos, a algunos metros, la escena. Nos acompañaba la entusiasta Muñeca, una mestiza para la que rehuir al juego no es una opción.

Describen sus protectoras que, por esto, se ha convertido en una de las más consentidas y se ha ganado estar en la entrada principal, mientras Muñeca se abalanza buscando réplica a su jugueteo.

Un patio, sobre el fondo de la propiedad, seccionado con galeras, muebles y múltiples casas perrunas de madera, minuciosamente adaptado para la libre movilidad de 152 canes, esterilizados y en pacífica convivencia. Los recién llegados, enfermos, permanecen en jaulas, con un collarín para que no se lastimen y en constante evaluación.

En otra habitación, en marcada diferencia con el estruendo perruno, se movían 78 gatos. En la más inusitada calma y convivencia, descansaban unos encima de otros. Entre algunas jaulas, que en realidad no se utilizan, porque prefieren acicalarse entre sí.

Foto: La Prensa

Convivencia en Amor y Abrigo, San Pedro Sula. Donantes entregan casas de madera y otros insumos. La organización administra y entrega registros de los fondos.
Hasta aquí llegan animales maltratados, abandonados, perdidos y atropellados por imprudentes e insensibles conductores y hasta abusados sexualmente. Incluso, en múltiples ocasiones, irreflexivos dueños acuden, entre las sombras, a dejar amarrados, junto al refugio, a sus mascotas, cuando deciden no tenerlos más.

Apenas, en febrero, Amor y Abrigo fructificó un anhelo que nació en 2012: la creación de un refugio, como su nombre dicta. Al igual que la mayoría de fundaciones y organizaciones rescatistas de animales, no tenían instalaciones y alcanzar ese objetivo fue, como describe Geissel Oseguera, de 29 años de edad, un sueño.

Lo más sorprendente de esta dualidad madre e hija, que sufrió el embate de las tormentas Eta e Iota, en noviembre, en su casa de la Celeo Gonzáles, es que conocen a cada uno de los residentes. Conocen cada enfermedad, pesadumbre y estado de los animales.

'El maltrato en San Pedro Sula, por ejemplo, es una discriminación total. No hay amor del dueño, cuando ya lo ven enfermo, lo tiran a la calle', lamenta Marta Guzmán. 'Démosle amor a los animales, como si fueran nuestros hijos, aunque no sea la mejor comparación', subraya.

Foto: La Prensa

Marta Guzmán, Amor y Abrigo
La proclama de Amor y Abrigo infunde esperanza en múltiples organizaciones rescatistas hondureñas a nivel nacional, que sueñan con proteger a cientos de animales en condiciones similares.

¿Qué es el maltrato animal?

Expertos consideran que todo aquello que provoque dolor, sufrimiento, angustia y atente contra la vida de un animal, es considerado maltrato y, por tanto, en la mayoría de los países, entre ellos Honduras, es denunciable.

Sin embargo, la precisión en el concepto puede ser compleja, porque existen múltiples formas de someter a un animal a condiciones indignas. Además, no solo se manifiesta en un plano físico, sino también psicológico.

Se suele creer que el maltrato y crueldad contra la vida animal se expresa en abandono, abusos y discriminación, pero, incluso los dueños de mascotas, por ejemplo, podrían incurrir en estos actos.

Foto: La Prensa

Maltrato animal silvestre. Algunos balnearios y otros centros turísticos exhiben, como trofeos, a especies amenazadas e incluso, endémicas.
Para Alfonso Ortiz, médico veterinario, un animal sometido al maltrato desarrolla una conducta defensiva y airada: 'Generalmente, el animal sometido a maltrato, que recibe maltrato físico y psicológico, traduce esto en agresividad'.

El profesional veterinario subraya que los animales, en Honduras, no gozan de libertades de bienestar y que no son alimentados de forma adecuada. 'No son libres del temor y la angustia, tampoco de daños, lesiones y enfermedades', recalca.

'Otra causa de maltrato animal es mantener a los animales enjaulados todo el tiempo', refiere Ortiz. Es recurrente en casas hondureñas presenciar a animales con ataduras y sin espacio suficiente para movilizarse.

Adultos otorgan responsabilidad del cuidado de una mascota a menores de edad, muchos de estos, niños. La mayoría, en lugar de tomarlos como una responsabilidad, terminan sometiéndolos a dolor y una indigna posición de juguete. También se manifiesta el maltrato al regalar una mascota a una persona que no se encargará de darle una vida acorde a sus derechos.

Tipos de maltrato animal

  • Animales en circos.
  • Explotación en la industria alimenticia.
  • Caza.
  • Tracción de sangre (utilizar caballos, burros o ganado, a nivel de explotación, para movilizar carretas y cargas).
  • Humanización.
  • Tauromaquia.
A nivel doméstico, el médico Alfonso Ortiz destaca, en primera instancia, la humanización de las mascotas. Esta consiste en privarlo de la libertad de expresarse y comportarse como su especie. El animal es orillado de su naturaleza. Socialmente, este tipo de maltrato es 'aceptado', y a menudo se suele romantizar en redes sociales.

'Los procesos quirúrgicos estéticos son penados y son una forma de maltrato animal', describe Ortiz. 'No ser atendidos por profesionales certificados también es una forma de maltrato, aunque se crea que no lo es', ahonda.

Foto: La Prensa

Alfonso Ortiz, médico veterinario
'Deben tener espacio suficiente de recreación', añade. Por último, en un plano doméstico, Ortiz destaca que la crianza descontrolada es uno de los principales factores de la ola de maltrato animal en Honduras.

Dueños de hembras de gato y perro las abandonan al percatarse de su estado de embarazo. Crías mueren, en las calles, junto a sus madres. Incluso, ver a recién nacidos tirados en basureros se ha convertido en una práctica desenfrenada que nadie parece tomar como prioridad.

El flagelo se zanjaría sometiendo al animal a un proceso de esterilización, que consiste en, a través de una cirugía, dejar infecundo y estéril a la mascota. Hembras y machos requieren, para evitar la superabundancia, la esterilización. El costo oscila entre 800 y 1,000 lempiras y lo realizan profesionales de la medicina veterinaria.

Otra variante del maltrato animal, en ocasiones, en Honduras, justificada sin conocer a profundidad su origen, es la venta de mascotas. Hembras son sometidas, por ejemplo, de Pitbull, a dolorosos procesos de parto.

Esto no es prohibido por autoridades hondureñas. Por tanto, no puede actuarse, legalmente, contra personas que se dedican a esto. Sin embargo, esta actividad persiste, precisamente, por los compradores, que optan por comprar a preferencia a su mascota, muchas veces maltratada posteriormente, antes que adoptar.

Foto: La Prensa

Imagen ilustrativa del sometimiento contra perros en venta. Compradores buscan mascotas de raza, que, en muchos casos, son obsequiadas pero posteriormente maltratadas.

El maltrato animal es un delito

En 2016, en Honduras, entró en vigencia la Ley de Protección y Bienestar Animal que, en sus artículos, contempla que “a quien, intencionalmente maltrate animales, provocándoles la muerte, se sancionará con pena de reclusión de tres a cinco años de reclusión y multa de hasta 25 salarios mínimos”.

En papel, esos preceptos se visualizan como ejemplares, metódicos y acorde a los castigos que generarían un impacto de erradicación de impunidad capaz de evolucionar hacia una conducta en que la vida del ser vivo se respete.

La cultura de la violencia ha expandido sus siniestras garras hacia los recovecos más endebles de la sociedad hondureña. La niñez, por ejemplo, dista de adquirir, en los centros formativos académicos y sociales, educación en materia de derechos humanos.

Ejemplar de Pitbull sometido a un profundo maltrato, producto de la desidia de dueños. Esta raza es abusada y sometida a procesos de corte de orejas, por ejemplo.
A este punto, en una nación inmersa en una profunda crisis de inseguridad, defender vidas que no sean humanas respondería, para muchos, a un anhelo caprichoso.

Sin embargo, el maltrato animal, visto como un indicador del desdén de la cultura violenta, es consecuencia y antesala de esta y dibuja, con su apogeo, la dura realidad que los hondureños ya abrazan como propia.

Ramón Barrios, abogado penalista, acerca de la Ley de Protección y Bienestar Animal, dijo a LA PRENSA: 'Si bien tenemos una ley, que me parece está, teóricamente, bien definida, realmente, antes de su vigencia, es un tema propio, de los dueños de animales. Aunque no son seres humanos, son seres que sienten. Eso es lo primero'.

Foto: La Prensa

Ramón Barrios, abogado penalista
Continúa: 'Falta la voluntad para hacer cumplir la ley. La gente no sabe que existe. Tras masificarse su conocimiento, se traduzca en aplicación. No tiene sentido que exista la ley si no se aplica a nadie'.

El título 17 del nuevo Código Penal hondureño se refiere a los delitos contra el bienestar animal, aunado a la Ley de Protección y Bienestar Animal. El documento contempla dos figuras delictivas: artículo 341, referido al maltrato animal y el 342 por el abandono de los animales.

'Un individuo que maltrate a un animal o lo abandone puede ir a la cárcel. Estos dos instrumentos jurídicos deberían darse a conocer a la población. Debe saber la población que existe una sanción por incumplir la ley', expone Barrios.

Antesala de la violencia

Profesionales clínicos consideran que la violencia es “un acto intencional que puede ser único o recurrente y cíclico, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a otros”. Casi siempre es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir, las que tienen el poder en una relación, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales o contra sí mismo.

Lo adelantaba Arthur Schopenhauer (1788-1860), insigne filósofo alemán, que 'quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona'. El maltrato animal en Honduras se ha convertido, aunque sin reflectores, en uno más de los interminables problemas sociales.

Existen rasgos del perfil psicológico de un maltratador, y estos discurren entre conductas de agresividad, reducida inteligencia emocional, impulsividad, carácter desafiante, egoísmo, necesidad de poder.

Dania Ramírez, psicóloga, considera que factores culturales, biológicos, sociales y psicológicos desencandenan actitudes violentas contra animales. 'También se pueden mencionar la falta empatía, haber sido víctima de abusos y maltratos'.

Foto: La Prensa

Dania Ramírez, psicóloga
La crueldad contra los animales comienza a una temprana edad. Al menos un 30% de los actos de maltrato animal en Honduras son cometidos por menores de edad. El rigor de padres de familia no contempla el respeto a la vida animal. Los menores, en muchas ocasiones, emulan conductas de sus padres o familiares, que ven normalidad en la crueldad contra otros seres vivos.

'Estas torturas esconden algo más en el agresor: deseo de mostrarse fuertes, valientes y buscan, en ese objetivo, seres más débiles', explica Ramírez. Animales, entre domésticos y silvestres, viven en Honduras una pugna por sobrevivir, en plena desventaja, ante el ser humano, cuyas convicciones contemplan, en su mayoría, fustigar la vida ajena.

Lumbre

Aciagas acciones contrastan con el destello de esperanza que tenaces hondureños libran a diario al realizar labores de protección animal. Organizaciones, fundaciones rescatistas, refugios, santuarios e independientes se dedican, sin más que una alumbrada ilusión, a salvar, proteger y entregar esperanza a miles de desamparadas víctimas de la desidia.

Niños, jóvenes, adultos y ancianos se abalanzan sobre la cada vez más escarpada ola de voluntariado que, contra viento y marea, lucha en un frente de batalla que a veces emula al infierno.

Foto: La Prensa

En pleno centro de San Pedro Sula, es recurrente observar a caballos cargando carretas, en medio de las casi permanentes altas temperaturas climáticas.
Analogía propiamente cimentada en los escollos burocráticos que, dichas organizaciones sin fines de lucro y surgidas del polvo, enfrentan para hacerse un hueco en el intrépido mundo del voluntariado en pro de la vida animal.

Existen en el país, actualmente, alrededor de 45 organizaciones rescatistas de animales. La invesrsión mensual, por ejemplo, en Amor y Abrigo, asciende a 37,000 lempiras en alimento. Además de 26,000 en cirugías y tratamiento médico.

Las cifras no distan mucho de otras fundaciones, refugios o santuarios. Albergar a las mascotas requiere, primero, recuperarlo de heridas y enfermedades, pero también debe esterilizarse. Entonces, son protegidos por rescatistas hasta que encuentran un hogar digno y cuyos nuevos dueños se comprometan a cumplir con sus cuidados.

'Pedimos más apoyo para poder rescatar. El apoyo es escaso, para poder hacer lo que queremos, al igual que todas las organizaciones. El reto y nuestro deseo es que no hubiese ninguna mascota en la calle', expone Marta Guzmán, de Amor y Abrigo.

Voluntarios de Mascotas en Adopción Honduras (MAH), en actividades de recolección de fondos, en San Pedro Sula.
Con oficio, estos grupos resisten. Sin personería jurídica, atractivo para empresas para donar y deducir impuestos, la faena se prolonga y dificulta. Otros peñascos no aturden; son día a día. Persisten a través de ingenio y audacia.

Organizaciones, fundaciones, refugios y santuarios a nivel nacional

  • San Pedro Sula
  1. Funapa
  2. SOS Rescate Animal HN
  3. Refugio Rescatistas de Corazón HN
  4. Refugio Amor y Abrigo
  5. Mascotas en Adopción Honduras
  • Tegucigalpa
  1. Lucas Rescatistas de Corazón
  2. La Casa de Noé - Lacadén
  3. Mi Mestizo y Yo
  4. Organización Ari
  5. Arca HN
  6. Rescatando Ángeles de Cuatro Patas HN
  7. No al Maltrato Animal Honduras C.A.
  8. Salvando Huellas HN
  9. Patitas UNAH
  10. Rescate Animal Independiente
  11. Rescatistas de Corazón
  • El Progreso
  1. Fundación Salvando Huellas
  • Puerto Cortés
  1. Frennoza Sanctuary
  2. PROA Puerto Cortés
  3. Huellitas Callejeras Puerto Cortés
  • Santa Rosa de Copán
  1. Huellitas de Amor SRC
  2. Corazón Canino SRC
  • Choluteca
  1. Amigos Caninos del Sur
  2. Refugio SMC Protege
  • Juticalpa
  1. La Casa de Bruno
  • La Ceiba
  1. ASA Rescatistas de Animales
  • Villanueva
  1. Rescatistas de Animales
  • Gracias
  1. Ángeles Sin Voz
  • Marcala
  1. Refugio de Aslan
  • Tela
  1. Fundación Perros sin Nombre
  • Utila
  1. Jaspers Utila Animal Shelter
  • Roatán
  1. Island Dogs Rock
  2. Roatán Animal Welfare
  • Las Vegas, S.B.
  1. Adopción de Perros Las Vegas
  • Lepaera
  1. Rescate Animal Lepaera
Donantes, anónimos, en su mayoría, suman y salvan. Mientras el ingenio aflora y genera, entre centavos, venturas impregnadas en lo más dulce de los corazones voluntarios, donantes y promotores. El rescate animal, destacan estos osados hondureños, no conoce límites.

En todas las esferas de esta problemática, en cada uno de los sectores involucrados, directa o indirectamente, existe una consigna, un pilar, una sola acción para cambiar una realidad cada vez más avasallante: voluntad.