Cuarenta y seis carpas se apiñan en un galpón oscuro y caluroso en la ciudad mexicana de Tijuana, adonde decenas de migrantes esperan impacientes por resolver sus cada vez más inciertos procesos de asilo en Estados Unidos.
La risa de los niños que corretean por el lugar rompe el letargo que se respira. Quienes no están ayudando en la cocina o pasando una escoba se sientan mirando a la nada, sin mucho que hacer.
Sus días se van básicamente en esperar. La mayoría son centroamericanos que huyen de la violencia en sus países y aspiran a que Estados Unidos les otorgue el estatus de refugiado.
Por orden del presidente conservador Donald Trump tienen que esperar en México por una respuesta a su solicitud y no al norte de la frontera, como era antes.
“Eso hace que los lugares de atención en las zonas fronterizas estén llenos”, dice a la AFP José María García, quien dirige este albergue, el Juventud 2000, que acoge a 150 migrantes y está a pocos pasos de la barrera cobriza que divide ambos países.
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A la incertidumbre que ya de por sí conllevan las solicitudes de asilo se le suman las constantes iniciativas del Gobierno de Trump por complicar el proceso. La última se conoció este lunes y busca rechazar el asilo a los extranjeros que entren a Estados Unidos a través de México y no hayan solicitado previamente el estatus de refugiado (sin éxito) en alguno de los territorios que atravesaron.
Todo es cama. El Instituto Madre Asunta, otro albergue dirigido por religiosas a unos 5 km del Juventud 2000, ha rebasado tres veces su capacidad en medio del masivo éxodo de centroamericanos que comenzó entre 2015 y 2016.
Los refugios están abarrotados dicen a periodistas los encargados de los centros, quienes se han visto obligados a improvisar tiendas de campaña para que puedan dormir.
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La hermana Limas (de 38 años) está en todo: supervisa la ampliación de una sala de juegos, que en la noche servirá de dormitorio, mientras acaricia la cabeza de un niño que le pasa por al lado y está pendiente del almuerzo del día: 10 kilos de pasta con jamón y ensalada.
En otro salón, voluntarios de Unicef reparten pinturas, marcadores y papel para los niños.
Brian (de unos siete años) dibuja meticulosamente una casa que se parece al albergue. Solo que aclara que no, que es su hogar en Honduras, adonde quizá ya no vuelva.
Si vuelvo me matan. En el patio central de este caserón de paredes azul claro, mujeres usan la baranda de una escalera de madera como tendedero para la ropa recién lavada, que muchos reciben como donaciones porque llegaron allí con lo que tenían puesto. Fue el caso de María, quien terminó en el lugar equivocado a la hora equivocada y presenció “una masacre” de la sanguinaria pandilla MS-13 en un mercado en Honduras.
Ella trabajaba en la limpieza y al oír los disparos se escondió, pero fue identificada por los pandilleros que amenazaron con matarla y violar a sus hijas adolescentes.Como pudo, con la ayuda de una hermana, huyó y tras tres meses de difícil recorrido llegó a Tijuana.
“Nunca consideré ir a Estados Unidos, pero si regreso me matan”, dijo esta mujer, identificada con otro nombre por seguridad.María aún espera por “ficha”, un número que reparten diariamente voluntarios a los solicitantes de asilo para tener un orden sobre el número limitado de casos que Estados Unidos atiende diariamente.
Cancillería recomienda no revelar información TEGUCIGALPA. Ante el endurecimiento de las medidas migratorias adoptadas por el Gobierno de Estados Unidos y el temor de los hondureños a ser detenidos por el Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE), la Cancillería de Honduras emitió un comunicado alertando a los migrantes hondureños sobre qué hacer en caso de ser requeridos por las autoridades.
En el escrito, la Secretaría de Relaciones Exteriores recuerda a los compatriotas que todo proceso que las autoridades de Migración ejerzan sobre ellos debe estar enmarcado en las normas internacionales de derechos humanos. Además, insta a los compatriotas a mantener la calma, en caso de ser abordados no revelar su situación migratoria, solicitar la orden judicial de arresto o revisión antes de abrir las puertas a las autoridades migratorias y sobre todo no dar información falsa. Igualmente, las autoridades aconsejan no revelar su estatus migratorio hasta que llegue un abogado defensor y, de igual forma, hacen un llamado para que no digan mentiras durante entrevistas con los oficiales, ya que eso podría empeorar la situación. |