En un mundo ideal, todos los niños deberían dedicarse solo a jugar, hacer deporte y estudiar, pero la realidad es muy distinta, pues muchos tienen que trabajar para subsistir y otros incluso se ven orillados a una situación más difícil: emigrar lejos de su país.
Esa es la historia de miles de niños hondureños, quienes dejan atrás los sueños de estudiar en una escuela o colegio para viajar de forma irregular rumbo a Norteamérica, acompañados o solos.
No se sabe con exactitud cuántos menores emigran ilegalmente del país, pero la cifra de deportaciones evidencia que hay un alarmante éxodo de niños, ya que solo en lo que va de este año han sido retornados más de 14,000 menores hondureños, de acuerdo con registros revelados esta semana por el Observatorio Consular y Migratorio de Honduras.
Datos
Las cifras de deportaciones evidencian que la mayoría de hondureños que viaja ilegalmente a Norteamérica nunca llega a territorio estadounidense. El país del que más deportados han llegado este año es de México, de donde fueron retornados 39,346 hondureños, luego Estados Unidos con 21,833 y 274 de otros países de Centroamérica, Sudamérica, Europa y Asia.
61,453 hondureños, entre adultos y niños, han deportado este año, informa el Observatorio Consular.
43% han aumentado las deportaciones este año en comparación con 2018.
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La última encuesta permanente de hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) detalla que la población de menores de edad, entre 5 y 17 años, en Honduras es de más de 2.4 millones de habitantes y que, de estos, más de 547,000 niños no estudian. El informe desglosa que, de esos menores, hay 314,640 que ni estudian ni trabajan y hay 232,369 que trabajan, pero no estudian.
Menores. Niños centroamericanos dibujan en un albergue en Tijuana, México.
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Así lo muestran las bases de datos del Sistema de Administración de Centros Educativos (Sace) de la Secretaría de Educación, conforme detalla un estudio del Observatorio Universitario de la Educación Nacional e Internacional de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).
Por ejemplo, en 2015 se registró una deserción de 47,813 estudiantes. La cifra aumentó el siguiente año, 2016, ya que 58,730 estudiantes abandonaron la escuela o colegio o sea, 10,917 más.
Luego, en 2017, la cifra de deserción siguió creciendo, pues la cantidad de salidas del sistema educativo fue de más de 67,000 alumnos. El año pasado, el registro de las deserciones mostró otro preocupante salto, pues se elevó hasta los 78,773 menores.
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La representante de Unicef agregó: “Si no se abordan las causas de la migración, los niños y sus familias seguirán embarcándose en viajes migratorios peligrosos. Financiar programas para acabar con la violencia, desarrollar habilidades y crear oportunidades educativas contribuirá a crear el entorno que estos niños necesitan para construir su futuro en su país”.
Si no se abordan las causas de migración, niños y familias seguirán haciendo viajes migratorios peligrosos Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef
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En el caso de El Salvador y Guatemala, la tendencia es inversa, aunque igualmente se trata de variaciones muy menores. La Cepal indica que el flujo migratorio de Honduras sigue siendo significativo. “En el caso de Guatemala y Honduras, las deportaciones se incrementan notoriamente”.
Añade: “La migración desde los países del norte de Centroamérica (NCA) (Honduras, El Salvador y Guatemala) no es un fenómeno nuevo; sin embargo, ha adquirido mayor trascendencia en las últimas décadas”.
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