Es un hecho que los políticos tropiezan más de una vez con la misma piedra. Las reformas políticas que aprobó el Congreso Nacional y que el Presidente ha dicho que vetará ya habían tenido en el pasado sus 15 minutos de gloria, cuando desencadenaron en el gobierno anterior el mismo enfrentamiento que hoy protagonizan los poderes Ejecutivo y Legislativo bajo la égida liberal. En su momento la administración de Maduro se opuso a las reformas que fueron contrarreformadas por el actual Congreso, aduciendo que se debía ir más allá de lo ratificado, y tenía razón.
Uno de los aspectos que no se aprobó en el plano político es la reducción de las campañas políticas, con lo cual se acortaría el tiempo al que nos someten los políticos para darnos a conocer sus 'propuestas' y, traería también con esto una disminución en el costo de las campañas proselitistas; esto mermaría las tentaciones de proveerse de fondos de no muy clara procedencia. Sin embargo, ese punto de las reformas políticas fue ignorado en el pasado. Honduras no puede estar sometida al circo político todo el año, todos los años, ya que lo único que cambia son los protagonistas, pero el circo es el mismo. Hasta ese supuesto enfrentamiento infecundo e inmaduro entre el Legislativo y el Ejecutivo no es más que la repetición de un interludio propio de cada gobierno que, irresponsablemente, somete al país a esa dizque discusión política, que no es más que intereses contrapuestos de las distintas facciones de los partidos tradicionales.
Casi por este mismo tiempo en el gobierno del presidente Ricardo Maduro se producía ese 'enfrentamiento' entre el presidente del Congreso y el jefe del Ejecutivo. Era el mismo tono, los mismos argumentos y el mismo resultado: nada de nada. Sólo que en esta ocasión este enfrentamiento tiene claro matices ideológicos en el partido de gobierno. Empero, es difícil para la población creer en la seriedad que quiere vender el Congreso cuando reclama 120 leyes pendientes de sanción presidencial, ya que no se concibe que hasta este momento llame la atención sobre semejante mora legislativa. Uno no puede confiar en alguien que grita 'fuego' hasta que mira que sale el humo negro. Esta mora legislativa debe ser asumida con responsabilidad de su parte y abandonar ese sometimiento que hasta hace unos meses mostraba al Ejecutivo. Son leyes necesarias para el desarrollo del país, son capitales dormidos, son obras que no se ejecutan por no contar con la estructura jurídica necesaria. Los políticos siempre se arreglan entre ellos, pero por favor no nos distraigan con ese enfrentamiento que es reflejo de la inmadurez y la falta de conciencia patriótica con que los actuales políticos nos gobiernan.